Producción agraria y desamortizaciones en el siglo XIX
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Producción agraria y desamortizaciones
Al s.XIX se produjo la reforma agraria liberal (abolición del régimen señorial, desvinculación de la propiedad y desamortización eclesiástica y civil). La reforma agraria formó parte del proceso de sustitución del Antiguo Régimen por la sociedad liberal capitalista. Estas reformas transformaron la tierra en una mercancía que podía ser vendida y comprada libremente y consolidaron la propiedad privada. El proceso de privatización de la propiedad de la tierra proporcionó la tierra en manos de individuos interesados a obtener beneficios rápidos sin hacer grandes inversiones. A finales de siglo, estas parcelas agrarias quedaron en manos de antiguos propietarios o nuevos inversores.
Consecuencias de la reforma agraria liberal
La consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la rotura de tierras. La expansión más grande de cultivos serían los cereales. El aumento de la producción permitió prescindir de las importaciones y favoreció el crecimiento de la población. La viña se convirtió en un producto de exportación y se extendió el cultivo del maíz y patatas. Mejoró la venta de óleo de oliva andaluz y aumentó la superficie de cultivos de naranjas. La ganadería ovina y de lana retrocedieron por la bajada de las exportaciones, y la cabaña porquina aumentó. El aumento de la producción agrícola fue gracias a un incremento de la superficie cultivada pero las técnicas de cultivo siguieron atrasadas en relación con otros países de Europa. El aumento lento de la productividad se puede atribuir a un marco natural y poco favorable, y a una estructura de la propiedad que no fomentaba las mejoras técnicas. Es el caso de los minifundios de la Submeseta Norte y Galicia, donde la producción era insuficiente para alimentar una familia. Por eso la producción se destinaba al autoconsumo y muchos campesinos emigraron. En cambio, los latifundios, predominantes en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, no ayudaron a mejorar la productividad. Los grandes propietarios querían obtener beneficios fácilmente. Esto frenó la innovación agrícola y dejó campesinos fuera suelos, que ocasionó conflictividad. La nueva estructura de la propiedad y de las relaciones contractuales perjudicó los pequeños campesinos que trabajaban las tierras de una propiedad señorial. Después de la reforma, muchos campesinos se convirtieron en arrendatarios o asalariados de un propietario privado. Muchos pueblos fueron privados de las propiedades descomunales.
Impacto de las desamortizaciones
Los políticos liberales querían romper con la tradición agraria, acabar con el peso de la nobleza y de la iglesia al campo, abrir la agricultura al mercado capitalista, modernizar las explotaciones, y aumentar la productividad y las rentas agrarias para convertir los campesinos en consumidores de los productos industriales. Las desamortizaciones hicieron que hectáreas pasaran en manos de la iglesia, comerciantes, militares, administradores y antiguos propietarios de tierras. La nobleza no perdió su patrimonio territorial. La ley de disolución de las señorías y las sentencias de los tribunales otorgó propiedad aquello que era simple jurisdicción. Para garantizar los beneficios de las tierras presionaron los gobiernos para impedir las importaciones agrarias con impuestos. La concentración de las tierras en grandes propietarios, nobles o burgueses, consolidó los latifundios. El resultado de esto fue la escasa modernización de la agricultura y la persistencia de la población agrícola.