La Protohistoria peninsular y las culturas prerromanas
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La Protohistoria peninsular
El concepto Protohistoria abarca aproximadamente el I milenio a. C. y hace referencia a aquellas sociedades que están entre la Prehistoria y la Historia ya que lo que sabemos de ellas es gracias a la arqueología y las fuentes escritas clásicas (griegos y romanos). Dentro de estas culturas incluimos las llamadas culturas prerromanas (anteriores a la conquista romana) e incluye a Tartessos, celtas, íberos y celtíberos. A estas culturas habría que añadir las colonizaciones de fenicios, griegos y cartagineses.
Las culturas prerromanas:
Tartessos: esta cultura se desarrolló en el sur de la península entre los siglos VIII-VI a. C. La información sobre la civilización tartésica es escasa debido a las pocas referencias en fuentes escritas y la falta de restos arqueológicos importantes. Se sabe que tuvo un importante desarrollo económico gracias a la agricultura y el comercio de metales. La importancia de los metales dio lugar a una fuerte aristocracia y el surgimiento de una monarquía (hay referencias a un rey mítico llamado Argantonio).
Íberos: la cultura íbera se extendió principalmente por la fachada mediterránea entre los siglos VII-II a. C. Esta cultura prerromana incluye un conjunto de pueblos que, pese a las diferencias, presentan una serie de rasgos culturales y políticos comunes: se organizaban en ciudades-estado, presentaban una gran jerarquización social con importancia de los guerreros y el gobierno quedó en manos de monarquías o poderosas oligarquías. La economía de los pueblos íberos tenía como base la agricultura, la minería y el comercio (usaban la moneda). En cuanto al arte, la influencia de los pueblos del Mediterráneo parece clara, especialmente en los sepulcros y la escultura de carácter religioso o funerario (el ejemplo más destacado es la Dama de Elche).
Celtas: están vinculados a los pueblos indoeuropeos de Centroeuropa, se asentaron en la meseta norte y la cornisa cantábrica (astures, cántabros o galaicos). Su forma de vida era mucho más primitiva que la de los íberos: se organizaban en tribus y su economía dependía especialmente de la ganadería. Dominaban la metalurgia del hierro y carecían de escritura. En el norte de la península destacan los castros celtas, que eran poblados amurallados en altura.
Celtíberos: estos pueblos se localizaron en la zona este de la meseta (actuales provincias de Guadalajara y Soria). Esta cultura es una mezcla de las influencias celtas e íberas. La agricultura y la ganadería fueron importantes en función de la localización de los asentamientos. Destacaron por la fabricación de armas.
Los pueblos colonizadores:
A lo largo del I milenio a. C. se produjo la llegada a la península de pueblos muy avanzados del Mediterráneo que establecieron importantes relaciones comerciales con la península y trajeron avances técnicos que habían alcanzado estas civilizaciones orientales:
Fenicios: procedían del actual Líbano y llegaron a la península en fechas muy tempranas. Fundaron importantes enclaves como Gadir (Cádiz) o Malaka (Málaga). Establecieron un importante comercio de metales con la población autóctona (Tartessos). Hacia el siglo VI a. C. esta civilización inició su declive.
Griegos: iniciaron su expansión por el Mediterráneo entre los siglos VIII-VI a. C. Los griegos habían fundado la colonia de Masalia desde donde crearían nuevas colonias en la costa catalana, este fue el caso de Emporium (Ampurias) y Rhode (Rosas). Intensificaron las relaciones comerciales con la población nativa e introdujeron la moneda.
Cartagineses: son herederos del poder comercial y marítimo de los fenicios. Su presencia en la península se intensificaría a partir del siglo III a. C. como consecuencia de su derrota frente a los romanos en la primera guerra púnica. Desde Cartago Nova (Cartagena) los cartagineses iniciarán una rápida expansión por la Península Ibérica en busca de metales y soldados para su ejército, lo cual acabará provocando la segunda guerra púnica y la definitiva derrota de Cartago frente a Roma.