El Quijote: Parodia, Realidad y la Sociedad del Siglo XVII

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Influencias

Primer tema: la parodia

Se trata de una historia burlesca que ridiculiza el género de las novelas de caballerías. Al creer real lo que es solo ficción, la locura revela humorísticamente la ingenuidad de unos lectores que creen posible seguir el código literario caballeresco fuera de su mundo imaginativo propio.

Influencia de los libros de caballerías

Es más que notable. Apreciése cómo el texto se divide en cuatro partes, a imitación de la cuatripartición de Amadís de Gaula.

Título

El ridículo del nombre del protagonista, que adopta la «muslera» (quij-ote) de la armadura como seña de identidad por imitación burlesca de Lanzar-ote, se extiende al contraste del adjetivo que le define con los habituales en los protagonistas caballerescos. Si Esplandianes y Amadises son esforzados, valientes, invencibles o hermosos donceles, el pobre Quijote es ingenioso, lo que opone una cualidad casi de bufón a la fortaleza física que se supone que debe acompañar a cualquier caballero que se precie del nombre.

Núcleo básico

Lo constituye la pugna entre los ideales generosos del protagonista y la mísera realidad de los egoísmos cotidianos. Si se consideran los constantes fracasos de Don Quijote, parece que triunfe el sentido pragmático de lo real; sin embargo, la lección es individual. El ideal, si es noble, engrandece a la persona no cuando se logra, sino cuando se arriesga la vida para conseguirlo.

Personajes y paisajes

Trazan un cuadro impresionante de la sociedad española del siglo XVII y de sus tensiones. Redominan en la primera parte los ambientes rurales y aldeanos (cabreros, venteros, labradores, reclusos, mozas de partido, arrieros). Mientras que en la segunda parte sobresalen los de ámbito urbano, tanto aristocrático (los Duques) como burgués (Antonio Moreno), o de la alta burguesía rural (Diego de Miranda).

Variedad de géneros

El escritor del Siglo de Oro tenía un concepto integrador de la novela, que debía ser un compendio de todos los géneros. Se aspiraba así a no cansar, a que en la variedad cualquier lector encontrara lo que más le gustara: caballeresco, pastoril-clásico, pastoril-rústico, sentimental, morisco, italianizante.

El Quijote no se explica, en su sorprendente síntesis, desde supuestas fuentes literarias anteriores. Ciertamente pueden nombrarse bastantes antecedentes de pasajes concretos o intenciones paródicas similares, sin embargo, a nada se parece. El aluvión de influencias que recibe lo pone al servicio de una idea radicalmente original.

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