Racionalismo, Empirismo y Trascendentalismo: Explorando el Origen del Conocimiento y el Lenguaje
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Racionalismo y Empirismo: Origen del Conocimiento
La primera cuestión de la filosofía para definir el conocimiento es la pregunta acerca de su origen. En la filosofía se han dado dos respuestas:
- Corriente racionalista: desde la que se considera que el conocimiento lo produce la razón. Pensadores como Platón o Descartes defienden que nuestra razón posee en sí misma ciertas ideas innatas que garantizan la objetividad del conocimiento.
- Escuela filosófica empirista: desde la que se piensa que el conocimiento se produce a partir de la experiencia. Pensadores como Locke o Hume niegan la existencia de las ideas innatas que se proponen en el racionalismo y concluyen que el ser humano, al nacer, es como una hoja en blanco. Para el empirismo, la percepción es nuestra única fuente de conocimiento.
Ambas posiciones coinciden en que en ambas se concibe el inicio del conocimiento como la captación inmediata o intuición (racional o sensible) de ideas, sin considerar necesaria la inferencia o el razonamiento en el inicio de conocer. Por tanto:
- En la filosofía racionalista se habla de intuición racional, diciendo que los verdaderos objetos de conocimiento no son las cosas sino las ideas o los conceptos.
- En la filosofía empirista se habla de intuición sensible como la captación inmediata de los datos de los sentidos sin la intervención de ningún proceso intermedio: las cosas se conocen por experiencia (interior o exterior) inmediata.
Sin embargo, en ambas posiciones se presentan importantes inconvenientes:
- Contra la intuición racionalista, no se puede admitir la existencia del conocimiento a priori, o sea, independiente de la experiencia y basada en las ideas innatas.
- Contra la intuición empirista, hay que decir que no se puede aceptar su concepción ingenua del conocimiento como simple receptividad pasiva de los estímulos, sino que es preciso suponer algún tipo de actividad productora de la razón por parte del sujeto.
El Trascendentalismo de Kant
Kant consiguió, en cierta medida, hacer compatibles estas dos posturas (la racionalista y la empirista). Para Kant el conocimiento objetivo es el resultado de dos procesos de síntesis:
- Primer proceso: los datos que, a través de la percepción, proporcionan los sentidos son elaborados y articulados por medio de lo que Kant denomina "las formas a priori de la sensibilidad" (el espacio y el tiempo), dando lugar a los fenómenos.
- Segundo proceso: el entendimiento elabora esos fenómenos con otros esquemas a priori, "las categorías", dando lugar al conocimiento humano.
Tanto el espacio y el tiempo como las categorías son funciones "innatas" de la mente humana, iguales en todos los individuos y que, al actuar sobre el material cambiante de las sensaciones que aporta la experiencia, proporcionan el conocimiento. "Sin sensaciones -dice Kant-, ningún objeto nos sería perceptible, y sin entendimiento, ninguno sería pensado. Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas".
Kant establece, así, la distinción básica entre el conocimiento sensible, o sensación, y el conocimiento intelectual:
- El conocimiento sensible es la simple recepción pasiva de los datos sensoriales a través de las sensaciones.
- El conocimiento intelectual, por su parte, es la captación del objeto mediante un esquema mental, o "categorías".
Las percepciones elaboradas a partir de los estímulos de los sentidos son reelaboradas de manera activa por el entendimiento y filtradas u organizadas por sus conceptos. Así se produce el conocimiento objetivo.
El Lenguaje como Forma de Vida según Wittgenstein
El lenguaje cumple, pues, una función simbolizadora que se refiere a un mundo de objetos que es un mundo de significados actualizados en un discurso. De ahí su condición de elemento mediador entre el ser humano y la realidad.
Nos relacionamos con la realidad a través del lenguaje. Tenemos realidad porque pertenecemos y porque vivimos inmersos en un lenguaje como ámbito envolvente. Por eso, según Wittgenstein, un lenguaje es una forma de vida.
El lenguaje tiene en su base una comunidad de vida, una cultura; es decir, el mundo no se presenta en el lenguaje como un objeto que se da a un sujeto, sino que se revela su sentido en un proceso comunitario como proceso de interpretación continua a lo largo del tiempo.
Por esta razón, mediante el proceso de interpretar la realidad e ir rectificando estas interpretaciones una y otra vez, el pensamiento se va corrigiendo y perfeccionando, adaptando a esa comprensión el contenido de la estructura lingüística.
Este carácter mediador del lenguaje entre pensamiento y realidad, por tanto, invalida la teoría instrumental del lenguaje que durante tanto tiempo se ha hecho valer. Esta teoría instrumental se basaba en el principio de que el lenguaje es un instrumento útil para expresar lo pensado.
Pero las palabras no son recipientes prefabricados para archivar en ellos las ideas. El mismo pensar es ya lingüístico, funciona como lenguaje, mediante el lenguaje. Aprendemos a pensar porque nos incorporamos al lenguaje común en nuestro proceso de socialización.