Racionalismo vs. Empirismo: Descartes y la Búsqueda de la Verdad
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El Racionalismo y René Descartes
René Descartes es una de las figuras más representativas del racionalismo, una corriente filosófica que deposita una confianza absoluta en la razón como fuente del conocimiento. A esta corriente también pertenecen filósofos como Espinosa y Leibniz. El racionalismo se opone al empirismo, el cual está representado por pensadores como Locke, Hume y Berkeley.
Para el racionalismo, la razón es el medio supremo para alcanzar el conocimiento, incluso sobre lo que trasciende el mundo físico, lo que hace posible la metafísica. En cambio, el conocimiento basado en los sentidos carece de fiabilidad, ya que estos pueden inducirnos al error. No es posible alcanzar una verdad absoluta a través de ellos. En nuestro entendimiento existen ideas innatas, que no provienen de la experiencia, sino que son verdades fundamentales con las que nacemos. A partir de estas, podemos deducir todas las demás verdades.
Dentro de esta corriente, las matemáticas son consideradas el modelo ideal de ciencia. Se aspira a desarrollar un sistema de conocimiento único y universal, en el que la filosofía adopte la estructura rigurosa de las matemáticas. Además, el racionalismo sostiene que el mundo es racional, es decir, que todo lo que ocurre tiene una causa, y la razón humana puede conocerla.
El Empirismo
Por otro lado, el empirismo es una corriente filosófica con posturas opuestas al racionalismo. En este caso, no se concede valor absoluto a la razón, sino que el conocimiento proviene únicamente de la experiencia sensorial. Solo podemos conocer lo que percibimos a través de los sentidos, es decir, el mundo físico. Por lo tanto, la metafísica no es posible, ya que no podemos tener conocimiento empírico de conceptos como Dios, el alma o el yo.
El empirismo también rechaza la existencia de ideas innatas. Según esta corriente, al nacer nuestra mente es como una hoja en blanco que se llena progresivamente con el conocimiento adquirido a través de la experiencia. Además, el empirismo, especialmente en la visión de Hume, niega la existencia de causas. En su lugar, considera que solo existen fenómenos aislados, sin una conexión causal necesaria entre ellos.
Descartes y la Búsqueda de la Verdad
Uno de los objetivos de Descartes es establecer un criterio claro para distinguir lo verdadero de lo falso. Su meta es llegar a una verdad absoluta que sea aceptable por sí misma, sin depender de la tradición ni de la autoridad. Además, esta verdad debe servir como base para deducir todas las demás.
La Duda Cartesiana
Para alcanzar una certeza absoluta, Descartes parte de la duda. La duda cartesiana posee tres características fundamentales:
- Universal: Debemos dudar de absolutamente todo, cuestionando todas las certezas que hemos tenido hasta el momento.
- Metódica: No se trata de dudar por dudar, sino de utilizar la duda como un método para alcanzar la verdad con mayor seguridad.
- Teorética: La duda solo debe aplicarse en el ámbito de la reflexión filosófica y no en la vida cotidiana. Las normas morales y las creencias religiosas deben mantenerse, ya que son necesarias para la vida práctica.
Descartes somete todo a la duda metódica. Primero, duda de los sentidos, pues estos pueden engañarnos. Luego, cuestiona la existencia del mundo exterior, ya que muchas veces, en los sueños, creemos que lo que vemos es real, lo que nos lleva a preguntarnos si el mundo físico es solo una ilusión. También pone en duda los razonamientos, pues incluso en las matemáticas es posible cometer errores. Finalmente, duda de su propia existencia, planteando la posibilidad de que un genio maligno lo esté engañando constantemente.
No obstante, hay algo que resiste a toda esta duda: el hecho mismo de dudar. Si dudo, significa que pienso, y si pienso, significa que existo. De aquí surge su célebre principio: "Cogito, ergo sum" (Pienso, luego existo).
Esta verdad es absoluta e inmutable. Mientras se puede dudar de la existencia de Dios o del mundo exterior, nadie puede dudar de su propio pensamiento ni de su existencia como sujeto pensante. Sin embargo, este principio conduce a Descartes al solipsismo, una postura según la cual lo único cuya existencia puede asegurarse es la de la mente.
Tipos de Ideas según Descartes
Descartes distingue tres tipos de ideas:
- Adventicias: Son aquellas que parecen provenir del mundo exterior, como la idea de un árbol. Sin embargo, esto no garantiza que el mundo exterior realmente exista.
- Facticias: Son creadas por nuestra imaginación, como la idea de un caballo con alas.
- Innatas: No provienen ni de la experiencia externa ni de la imaginación, sino que están en nuestro entendimiento de forma natural. Ejemplo de estas son la idea de pensamiento y la idea de existencia. Solo las ideas innatas pueden considerarse claras y distintas.
La Sustancia
Una vez que ha encontrado una verdad indudable, Descartes busca reconstruir el conocimiento a partir de ella. Lo primero que deduce es el concepto de sustancia, que define como aquello que existe por sí mismo sin necesitar de otra cosa.
Clasifica las sustancias en tres tipos:
- Sustancia infinita (Dios), que es la única que existe por sí misma y no depende de nada más.
- Sustancia pensante (res cogitans), que corresponde a la mente, el pensamiento y el alma.
- Sustancia extensa (res extensa), que incluye los cuerpos y el mundo físico.
Las dos últimas son sustancias finitas, pues dependen de la sustancia infinita para existir.
La Existencia de Dios y el Mundo Físico
Para demostrar la existencia de Dios, Descartes parte de la idea de perfección que tiene el ser humano. Dado que los humanos somos imperfectos, esta idea no pudo haber surgido de nosotros mismos, sino que debió ser puesta en nuestra mente por un ser perfecto: Dios.
La existencia del mundo físico también se fundamenta en la existencia de Dios. Percibimos el mundo a través de los sentidos, y aunque estos pueden engañarnos, Dios es un ser perfecto y, por lo tanto, no nos induciría a error de manera sistemática. Si tenemos una inclinación natural a creer en la existencia del mundo físico, y Dios no nos engaña, entonces el mundo físico realmente existe.