Raíces Compartidas: Dibujo, Pintura y el Nacimiento de la Escritura

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Orígenes Comunes del Dibujo y la Escritura

Parecería lógico pensar que el dibujo y la pintura son anteriores a los alfabetos, puesto que existen en culturas desprovistas de todo sistema de escritura propiamente dicho. Sin embargo, los datos de la prehistoria permiten suponer un origen común para el dibujo, la pintura y la escritura, que apenas se distinguían entre sí desde el comienzo de la civilización.

Ese origen se encontraría en el gesto de trazar un trazo sobre una superficie, primero sobre piedra o arcilla, luego sobre cera, papiro, pergamino o papel. Tal trazo constituye un hecho crucial en la historia de la humanidad, en el proceso de hominización (biológica) y, más tarde, de humanización (cultural).

Del Trazo Primigenio a los Sistemas de Escritura

El trazo puede ser de dos tipos: figurativo o abstracto; es decir, representación mimética del mundo, o esquema más o menos conceptual. Así, en el arte paleolítico, los trazos figurativos dan origen a dibujos o pinturas de animales y de siluetas de hombres; y los trazos abstractos, a esquemas en forma de manchas, huellas o espirales. A estos últimos se los llama “ideomorfos”, y se los supone cargados de sentido cultural, aunque no sea fácil precisar cuál.

Ambos tipos de trazos debieron desempeñar funciones mágico-religiosas, rituales (iniciación) y proto-estéticas. Los dos tipos de trazos parecen estar relacionados con la aparición de la escritura tal y como hoy la conocemos, y conducir en cierto modo hacia ella. Así, nada impide entender los esquemas abstractos, los ideomorfos, como las premisas de una escritura, como bocetos de literatura rudimentaria, aunque tengan un carácter visual y antecedan en milenios a cualquier escritura lingüística.

A los trazos figurativos, al dibujo y a la pintura, se los suele considerar como el origen de la escritura, tras una evolución en la que se han simplificado y se van asociando con ideas y con palabras de la lengua natural. Surgen entonces los pictogramas, los ideogramas y los logogramas, mezcla de imagen y verbo.

La Evolución hacia la Escritura Alfabética

Finalmente, aparecería la escritura alfabética, la cual une un determinado esquema gráfico (una “letra” o “grafema”), en el que ya no queda nada, o casi nada, figurativo, a un solo sonido de la lengua (un “fonema”), y ya no con una idea o una palabra entera. De este modo, se logra inscribir el lenguaje verbal, es decir, “escribirlo”, con gran flexibilidad y eficacia.

La historia de la escritura es “hacer hablar” a las imágenes. No es sencillo distinguir las anteriores etapas y las clases de escritura a que dan lugar. Algunos ejemplos:

  • Los jeroglíficos, sumerios o egipcios, combinan las tres dimensiones: pictográfica, ideográfica y logográfica. Son imágenes que pueden representar ideas complejas, pero también una sola palabra o, incluso, un fonema, un sonido de la lengua.
  • Los ideogramas chinos proceden de la transformación de pictogramas primitivos mucho más figurativos.
  • La escritura logogramática, que es escritura de morfemas o de palabras, todavía conserva, también, algunos rasgos miméticos.

Convergencia Histórica: Imagen y Verbo

El primitivo gesto pictórico mimético es el que engendra la moderna escritura de las lenguas naturales, permaneciendo, en cierto modo, integrado en ella, pese a que la escritura funcione hoy, más bien, de manera abstracta y cognitiva. Otro ejemplo, más actual, sería la poesía concreta y visual hoy en boga. Y herederos contemporáneos del trazo prehistórico son, sin duda, el graffiti o los tags.

Recuérdese, a este respecto, que durante el siglo XIX el dibujo y la caligrafía se enseñaban juntos. “Escribir y dibujar son, en el fondo, idénticos”. “Pintar y escribir eran una y la misma cosa en cierta época, la de la pintura rupestre”.

Este abigarrado mundo originario de pictogramas, ideomorfos y jeroglíficos hace pensar dos cosas:

  1. Primera, que la pintura y la escritura convergen en sus inicios: en los trazos y grafismos que los forman parece anudarse, entre la imagen y el sentido, entre lo visual y lo verbal, una connivencia con un alto valor religioso y cultural.
  2. Segunda, que la pintura y la escritura comparten unas finalidades comunes: las de representar, designar, significar.

De ello cabe sacar, a su vez, dos conclusiones para la historia del arte:

  1. Una, que los vínculos entre las artes plásticas (artes de lo visible) y las literarias (artes de lo legible) resultan muy complejos, no limitándose, en ningún caso, a que las artes plásticas se conviertan en una “ilustración” de las literarias, como suele creerse.
  2. Dos, que la literatura parece tender, cual si sintiera nostalgia de la imagen que quizá fue, a convertir sus palabras en iconos y en bellas “cosas del mundo”, tal y como sucede en los caligramas, en la poesía visual, en los graffiti, los tags, etc., siendo lo anterior uno de sus proyectos estéticos posibles.

Diferencias Culturales en la Relación entre Dibujo y Escritura

La Caligrafía Oriental como Síntesis Plurisemiótica

Las culturas semíticas y las orientales: en ellas siempre se han asociado estrechamente la creación visual y la verbal. Su arte caligráfico prueba que el dibujo y la escritura son convergentes, ya que dibuja la escritura, propiamente hablando. En China y Japón se pinta y se escribe con instrucción; en talleres donde se aprende, simultáneamente, a dibujar y a escribir.

Por tanto, las escrituras orientales son códigos plurisemióticos, en los que se reúnen el dibujo y la escritura, lo visual y lo verbal, y se satisface a la vez al ojo y al oído, consiguiéndose, así, una intensificación cognitiva.

La Cultura Occidental y la Primacía del Significado

En Occidente, en cambio, la práctica caligráfica es marginal o anecdótica, y no está incorporada a la cultura oficial. Ello se explica por el carácter alfabético-fonético de la escritura occidental, que se presta mal a la imagen; y por la difusión de la imprenta, que se centró en la reproducción del texto lingüístico y reservó a otra práctica técnica, el grabado, la reproducción de las imágenes.

Si la cultura occidental es una cultura del Libro, lo es, sobre todo, del significado, y no tanto del significante y de las formas que este puede adoptar.

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