Razón Práctica en Tomás de Aquino: Principios, Consecuencias y la Naturaleza Humana

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La Razón Práctica en Tomás de Aquino: Entre la Similitud y la Participación

El ser humano, al ser simultáneamente sensitivo y racional, se diferencia de Dios. En la doctrina tomista, el fundamento del conocimiento es la similitud (similitudo) entre el sujeto que conoce y el objeto conocido. Por ello, el género humano debe conformarse con la participación (participatio), un conocimiento de segunda categoría comparado con la similitud. Así, el hombre no puede equipararse a la voluntad divina, sino solo imitarla.

¿Cómo Funciona la Razón Práctica?

Tomás de Aquino advierte que este tema Non cadit sub discursu, neque aliqua narratione, es decir, no es explicable. La verdad práctica humana no tiene carácter proposicional. No obstante, intenta explicarla. La razón práctica tiene dos sectores:

  • Principios ético-jurídicos elementales: Conocidos a través del intellectus, son los primeros principios comunes e indemostrables de la razón práctica.
  • Aceptación o no de las consecuencias previsibles de los actos.

Los principios del intellectus tienen tres fuentes:

  1. La naturaleza racional del hombre.
  2. La naturaleza sensitiva.
  3. La experiencia.

Una interpretación racionalista consideraría solo la evidencia racional como el intellectus, pero esto desvirtuaría el pensamiento tomista. La naturaleza racional, por ejemplo, dicta que no se debe mentir. La naturaleza física o sensitiva también genera principios, derechos y obligaciones. Por ejemplo, la necesidad de comer diariamente da derecho a buscar comida.

El Jus Necessitatis y la Experiencia como Fuentes de Principios

Este principio originó el jus necessitatis medieval, que permitía tomar lo necesario en tiempos de hambruna, algo frecuente en Europa hasta el siglo XIX. Era un derecho legítimo, y no obligaba a restituir al mejorar la situación económica. La filosofía griega y medieval, a diferencia de la moderna, se adhería más a la realidad en este aspecto. La experiencia también era fuente de principios morales, como la prohibición de que un abogado actúe ante un juez que es su pariente.

Consecuencialismo y la Importancia del Equilibrio

Además de los principios, la vida práctica se guía por la consideración de las consecuencias personales y sociales de las acciones. Esta actitud ética se llama consecuencialismo. Hoy en día, el consecuencialismo está desprestigiado porque la tendencia moderna se centra en una sola vertiente de la actuación moral: o solo principios o solo consecuencias. Tomás de Aquino, en cambio, consideraba ambos, evitando la tiranía de los principios, que puede llevar a la injusticia (Fiat justitia et pereat mundus). Los principios son múltiples y a menudo colisionan, generando conflictos entre lealtades opuestas. Por ejemplo, un estudiante debe divertirse y estudiar, y no siempre es fácil saber qué principio aplicar. En tales casos, debemos atender a las consecuencias previsibles. Sin embargo, el puro consecuencialismo no sirve, ya que sin principios carecemos de criterios para medir la bondad o maldad de las consecuencias.

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