La Realidad Física en Descartes: Dualismo, Mecanicismo y la Sustancia Extensa
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La Realidad del Mundo Físico en Descartes: El Mecanicismo
Del Cogito a la Res Extensa
La evidencia del “pienso, luego existo” garantiza la existencia del sujeto pensante (res cogitans). A su vez, la existencia de Dios, que por su perfección no puede engañarnos, garantiza la existencia del mundo físico o material (res extensa). De esta forma, los errores que podamos cometer en la concepción del mundo no proceden de la falsedad de este, sino de la mala aplicación del método y de un mal uso del entendimiento.
Esta concepción cartesiana implica un fuerte dualismo, pues postula la existencia de dos sustancias distintas en la realidad:
- La sustancia pensante o res cogitans: las almas o mentes.
- La sustancia extensa o res extensa: los cuerpos físicos o materiales.
Propiedades de las Sustancias
Descartes atribuye propiedades diferentes a cada una de las dos sustancias:
La Res Cogitans (Sustancia Pensante)
Se caracteriza por ser inmaterial, indivisible, no ocupar lugar en el espacio y por poseer las facultades de la voluntad y el razonamiento.
La Res Extensa (Sustancia Extensa)
Ocupa un lugar en las tres dimensiones del espacio geométrico. Sus propiedades características se dividen en:
- Cualidades primarias (propias u objetivas): Son cuantificables y matematizables, como la magnitud, la figura, el movimiento, etc.
- Cualidades secundarias (impropias o subjetivas): Son percibidas por los sentidos, como el color, el olor o el sonido.
Esto quiere decir que, para Descartes, el mundo físico —lo material— solo puede ser estudiado rigurosamente a partir de la observación científica y de aquello que es matematizable.
El Dualismo Antropológico y el Problema de la Comunicación
En el ser humano también conviven las dos sustancias: el cuerpo (materia) y el alma (pensante). Pero, a diferencia del dualismo platónico, para Descartes ambas son igualmente reales. Sin embargo, este dualismo antropológico —el hecho de que en el hombre convivan dos sustancias de distinta naturaleza— le plantea el problema de la comunicación entre ambas.
Descartes intenta resolver esta dificultad postulando la existencia de la glándula pineal, un punto en el cerebro donde el cuerpo y el alma podrían entrar en contacto. Ahora bien, como los animales carecen de alma (res cogitans), deben ser considerados puras máquinas, autómatas muy perfectos, eso sí, por haber sido creados por Dios.
El Paradigma Mecanicista
El mecanicismo cartesiano afirma que la naturaleza funciona como una gran máquina. Cada uno de los cuerpos físicos que la forman contiene materia (sustancia extensa), y son la cantidad, disposición y movimiento de esta materia los factores que explican cómo es y cómo se comporta cada cuerpo. Conociendo las leyes físicas que rigen su movimiento, podemos explicar todos los fenómenos naturales.
Consecuencias del Mecanicismo
De esta visión se derivan tres consecuencias fundamentales que se oponen a la física tradicional:
- Crítica al atomismo: No hay partículas indivisibles de materia, pues si la materia se identifica con la extensión, siempre puede seguir dividiéndose infinitamente.
- Inexistencia del vacío: No puede haber una extensión vacía, ya que la extensión es la esencia misma de la materia. El universo está completamente lleno.
- Rechazo de las causas finales y formas aristotélicas: En la naturaleza no hay fines ni propósitos ocultos. Todo se explica por causas eficientes (empujes y choques), no por una finalidad intrínseca.
Según el paradigma mecanicista, todos los movimientos de los cuerpos naturales pueden explicarse a partir de leyes que tratan de empujes y choques entre partículas extensas de materia. Descartes creyó que, con el tiempo, la razón alcanzaría a descubrir todas las verdades y a solucionar todos los problemas. Su filosofía supuso, pues, la superación definitiva del aristotelismo como teoría física, contribuyendo al desprestigio definitivo de la vieja escolástica.