Realismo Social en la Literatura Española de los Años 50
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Realismo Social en la Literatura Española de los Años 50
Rafael Sánchez Ferlosio y El Jarama
Rafael Sánchez Ferlosio, autor de El Jarama, es quien mejor plasma la estética objetivista. El autor desaparece, asumiendo el punto de vista de una cámara que se limita a filmar todo lo que tiene delante. Por ello, el peso fundamental de la obra está en los diálogos.
Camilo José Cela y La Colmena
Camilo José Cela, uno de los autores más destacados, supone una novedad en el panorama literario de los años 40 con La familia de Pascual Duarte. Siguieron Pabellón de reposo, Nuevas andanzas de Lazarillo de Tormes y Viaje a la Alcarria. Su obra más importante, La Colmena, inaugura el realismo social de los años 50.
Cada uno de sus seis capítulos consta de una serie de secuencias breves que desarrollan episodios que están mezclados con otros que ocurren simultáneamente en instantes, es decir, secuencias fragmentadas. Esta fragmentación en anécdotas conforma un conjunto de vidas cruzadas de 200 personajes relatadas en dos días y medio, en Madrid.
Trata de reflejar objetivamente la realidad social de la posguerra. El tratamiento de los personajes, sin esperanzas, muestra un pesimismo existencial constante. La Colmena es un testimonio de la vida cotidiana en las calles de Madrid, pero también es una amarga crónica existencial. Un aire de rutina ha invadido la conciencia de las gentes, todos creen que las cosas pasan porque sí y nada tiene remedio.
Entre la abigarrada multitud se oye el solitario zumbido de muchos seres confusos y a la deriva. Como es habitual en su obra, presenta la vida española sin piedad, con agria ironía y humorismo atroz. Sin embargo, de vez en cuando un soplo compasivo alivia la áspera y dolorosa realidad.
Contexto Histórico y Social
En los años 50, España empieza a salir del aislamiento y se incorpora a algunos organismos internacionales. El incipiente desarrollo del turismo y la industria conlleva cierta recuperación económica y cambios en los estilos de vida, como las migraciones de los campesinos hacia las ciudades.
Al mismo tiempo, los jóvenes que han vivido la guerra como niños o adolescentes consideran la guerra y el país de posguerra desde otra perspectiva y aparecen actitudes críticas respecto al poder y a la división social entre vencedores y vencidos. Estas posturas se manifiestan sobre todo en círculos obreros y universitarios.
Los escritores sienten la necesidad de comprometerse ideológicamente y convierten la literatura en un instrumento para el cambio social.