Realismo Social en la Literatura Española de Posguerra: Obras y Autores Clave

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Realismo Social en la Literatura Española de Posguerra

El Contexto de los Años 50

Para muchos críticos, La colmena de Camilo José Cela es la precursora de la corriente del realismo social en la literatura española de posguerra. Otras obras representativas de esta época son La noria de Luis Romero, El camino y Mi idolatrado hijo Sisí de Miguel Delibes. Llegamos así a 1951, año inaugural de la novela social, cuando se dan a conocer autores como Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio, Juan García Hortelano y Alfonso Grosso, entre otros.

Características del Realismo Social

Entre estos autores hay evidentes rasgos comunes:

  • La solidaridad con los humildes y los oprimidos.
  • La disconformidad ante la sociedad española.
  • El anhelo de cambios sociales.

Se piensa que el escritor debe ponerse al servicio de una voluntad de transformar la sociedad. El deseo de estos autores es actuar sobre el lector con la intención tanto de informarle de las desigualdades e injusticias sociales como de provocar en él una toma de conciencia que le impulse a la acción.

Tendencias Dentro del Realismo Social

La crítica suele establecer dos tendencias dentro del realismo social en función de que la denuncia sea explícita:

  1. Objetivismo: propone un testimonio escueto, sin intervención del autor. Su manifestación extrema fue el conductismo, que consiste en limitarse a registrar la conducta externa de individuos o grupos, y a recoger sus palabras sin comentarios ni interpretaciones, de manera que sea el lector el que saque sus propias conclusiones con respecto a la situación de quienes aparecen en la novela. Un ejemplo paradigmático es El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.
  2. Realismo crítico: no se limita a reflejar la realidad, sino que pone de relieve las miserias e injusticias con ánimo de denuncia.

A pesar de estas dos tendencias, es difícil establecer la frontera entre ambas.

Temas Principales

Los temas entroncan con una de las características más definitorias de la corriente: la voluntad testimonial. El tema esencial es la sociedad española, que deja de ser un marco para convertirse en el tema mismo del relato. Los principales campos temáticos son los siguientes:

  • Novelas que muestran solidaridad con los humildes.
  • Novelas de la burguesía.
  • La Guerra Civil, que aparece como recuerdo, y su consecuencia más inmediata: la división social del país.

Técnicas y Estilo

Las técnicas y el estilo se caracterizan por:

  • Estructura del relato aparentemente sencilla.
  • Descripciones detalladas.
  • Espacio y tiempo reducidos.
  • Personajes colectivos.
  • Presencia del personaje representativo.
  • Rechazo de la novela psicológica.
  • Técnicas derivadas del objetivismo que se limitan a registrar lo externo.
  • Los diálogos ocupan un lugar preeminente.
  • El lenguaje adopta el estilo de crónica.

Obras Clave: *La Colmena* y *El Jarama*

La colmena, de Camilo José Cela, es la obra que abre camino a la novela social. Marca el camino, pero no profundiza en él, aunque sí existen esas aportaciones significativas que harán suyas los autores sociales. Entre ellas, la fragmentación de la acción en secuencias de diferente extensión, la desmitificación del héroe, la estructura abierta y una voluntad de objetividad. La novela carece de una trama porque no es más que la sucesión de múltiples escenas que se centran en la descripción, física o moral, de un personaje. Es un mosaico de la vida cotidiana del Madrid de posguerra, triste y hambriento. No hay protagonista. El narrador pretende una absoluta objetividad que no consigue; su postura en el relato tiende a una falsa objetividad. El tiempo es muy importante: los sucesos narrados ocurren en tres días, sin embargo, la temporalidad aparece dislocada, pues no sigue un orden cronológico. La obra es un título clave en la novela de posguerra, a medio camino entre lo existencial y lo social.

El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, es una obra eminente entre las de su momento y lleva a sus últimas consecuencias la técnica del objetivismo. La acción es escasa e irrelevante: dieciséis horas a las orillas del río Jarama, donde un grupo de jóvenes ha acudido para bañarse, mientras un grupo de gente mayor conversa en una taberna próxima. Es una novela en la que domina el diálogo sobre la intriga y sin protagonistas. Todo es anodino. Se trata de captar las incidencias de un día cualquiera de unos personajes normales y corrientes.

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