Recorrido por la Literatura Española e Hispanoamericana Contemporánea
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Panorama de la Literatura Española e Hispanoamericana
La Novela Española (1939-1975)
La Guerra Civil supuso una fractura traumática en todos los ámbitos de la vida española. Tras ella, se impone una férrea censura, pobreza intelectual, hambre y aislamiento con respecto a Europa. En este contexto, conviven una narrativa triunfalista del régimen y otra de tono pesimista y existencial.
El Tremendismo y el Realismo Tradicional
Aparecen dos tendencias: la novela ideológica conservadora, de realismo tradicional (Gironella, Zunzunegui, Ignacio Agustí), y un realismo renovado, donde destacan La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela y Nada (1944) de Carmen Laforet. Estas novelas, de tono sombrío y existencial, pertenecen al tremendismo, un tipo de realismo que acentúa lo truculento, la violencia y la crudeza. Cela muestra un profundo pesimismo y humor negro. Su estilo es rico y expresivo. Pascual Duarte es la autobiografía de un condenado a muerte y La colmena (1951) inicia el realismo social, con personaje colectivo, condensación temporal y novela abierta.
En Nada, Laforet refleja las consecuencias de la guerra en un ambiente sórdido y desquiciado. Andrea, narradora y protagonista, representa a una juventud sin valores.
El Realismo Social
En los años 50, España empieza a salir del aislamiento. Hay un incipiente desarrollo económico, migración del campo a la ciudad y críticas desde los ambientes universitarios y obreros. La literatura se compromete con la realidad social y aparece el realismo crítico. Autores como Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre), Sánchez Ferlosio (El Jarama), Martín Gaite (Entre visillos), entre otros, muestran la dureza de la vida rural, la explotación obrera y la banalidad de la burguesía. El estilo es sencillo y se recurre a técnicas como el objetivismo (el autor no interviene), la eliminación del mundo interior, estructura fragmentaria y protagonista colectivo. El realismo social tiene dos tendencias: el objetivismo, que presenta la realidad de forma neutral (El Jarama), y el realismo crítico, que denuncia las injusticias sociales mediante personajes-tipo.
La Renovación Formal
En los años 60, la narrativa se renueva formalmente. Se abandona la visión existencial y surgen preocupaciones sociales tratadas con nuevas técnicas. Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos inaugura esta etapa experimental. También destacan Volverás a Región de Juan Benet y Señas de identidad de Juan Goytisolo. Miguel Delibes, con Cinco horas con Mario (1966), utiliza el monólogo interior para contraponer los valores conservadores de Carmen a los ideales morales de Mario. Se rompen el orden cronológico, se usan saltos temporales, fluir de conciencia, perspectivismo y estilo indirecto libre.
En resumen, entre 1939 y 1975, la novela pasa del tremendismo existencial y el realismo tradicional a una narrativa comprometida socialmente y, finalmente, a una renovación técnica y formal.
Los girasoles ciegos de Alberto Méndez
Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, es una obra que muestra las consecuencias de la Guerra Civil Española y la posguerra, centrándose en las derrotas tanto de los vencidos como de los vencedores. A través de cuatro relatos que se relacionan entre sí, la novela refleja el sufrimiento, la opresión y la falta de esperanza de quienes vivieron bajo el régimen franquista. Es la única novela de Méndez. Aunque estuvo muy ligado al mundo editorial y trabajó como traductor y guionista, no publicó ningún otro libro en vida.
Lo que más destaca de la obra es su realismo y la forma en la que se mete en la mente de los personajes. Méndez usa una estructura narrativa original, con relatos independientes que se van conectando, lo que hace que la historia sea más completa y muestre distintas perspectivas de la misma época. Su estilo, a veces poético, le da todavía más fuerza a todo lo que cuentan los personajes, incluso en los momentos más duros.
La gran fuerza de Los girasoles ciegos está en que emociona sin ser exagerada. No busca que el lector sienta pena porque sí, sino que presenta a los personajes de forma real, con sus miedos y contradicciones, lo que hace que sea fácil ponerse en su lugar y pensar en todo lo que dejó la guerra.
Aunque puede parecer una lectura dura, esa dureza es necesaria para entender bien el impacto de esa época. En los relatos se tocan temas como la culpa, la mentira o la lucha por mantener la dignidad. Por ejemplo, en el tercer relato, el preso Juan Serna inventa que tiene un hijo para intentar retrasar su ejecución. Sin embargo, esa mentira, que parecía una salida, acaba llevándolo a la muerte. Esto refleja cómo la culpa y la mentira pueden acabar destruyendo a las personas. En toda la obra aparece también el tema de la memoria histórica y la importancia de no olvidar lo que pasó.
En resumen, Los girasoles ciegos es una obra que, a través de relatos conectados y con una narración muy emocional, hace pensar sobre el dolor que dejó la posguerra y la necesidad de recordar. Con esta única novela, Alberto Méndez consigue transmitir el drama de aquella época de una forma que sigue haciendo reflexionar al lector hoy en día.
La Poesía Española (1939-1980s)
Tras la Guerra Civil, la poesía española quedó profundamente marcada. Lorca fue asesinado, Machado murió en el exilio y muchos poetas como Alberti o Cernuda también se exiliaron. La generación poética de 1940, llamada “generación escindida”, se divide en poesía arraigada y desarraigada.
La Generación Escindida (Arraigada y Desarraigada)
La arraigada, publicada en Garcilaso y Escorial, tiene un estilo equilibrado y trata temas como el amor y la religión. Destacan Luis Rosales y Leopoldo Panero. La desarraigada, en Espadaña, muestra angustia y tono existencial. Representantes: Dámaso Alonso (Hijos de la ira) y Vicente Aleixandre (Sombra en el paraíso).
La Poesía Social
En los años 50 surge la poesía social, con lenguaje directo y temas como la injusticia y la solidaridad. Blas de Otero pasa de la poesía existencial (Ancia) a la denuncia (Pido la paz y la palabra). Gabriel Celaya también evoluciona de lo existencial (Las cosas como son) a lo social (Cantos íberos).
La Generación del 50 y los Novísimos
A mediados de los 50 aparece la generación del 50: Ángel González (Palabra sobre palabra), Jaime Gil de Biedma o Claudio Rodríguez. Usan un tono más narrativo, humano y comprometido.
En los 70 surgen los novísimos, reunidos en la antología Nueve novísimos poetas españoles. Poetas como Pere Gimferrer (Arde el mar) o Ana María Moix se alejan del realismo y apuestan por el esteticismo y la experimentación.
La Poesía de la Experiencia (Desde los 80)
Tras la muerte de Franco en 1975, se da una apertura cultural. En los 80 nace la poesía de la experiencia: ética, realista y cercana. Destacan Luis García Montero, Javier Egea y Carlos Marzal.
El Teatro Español (1939-1980s)
En el teatro, tras la guerra, predomina un modelo continuista, dominado por la censura. Triunfan la alta comedia (Pemán, Marquina) y el humor (Jardiel Poncela, Mihura).
El Teatro Existencial y Social: Historia de una escalera de Buero Vallejo
En 1949 Buero Vallejo estrena Historia de una escalera, que marca el inicio de un teatro existencial, simbólico y comprometido. Escribió obras actuales y otras históricas como Un soñador para un pueblo.
Historia de una escalera es una obra teatral escrita por Antonio Buero Vallejo en 1949, influenciada por la novela y la poesía social. Sin embargo, se enmarca dentro del realismo teatral, utilizando este estilo para hacer una crítica a la sociedad y política del periodo de la posguerra. Para evitar la censura, Buero empleaba abundantes símbolos que le permiten realizar una crítica profunda a un mundo caracterizado por la injusticia, el sufrimiento y la angustia.
Antonio Buero Vallejo (1916-2000) fue un dramaturgo y escritor español cuya obra Historia de una escalera refleja el estancamiento social. Además, escribió otras obras como Tragaluz y La Fundación, marcadas por la crítica social y la denuncia de la opresión y la represión en la posguerra.
Historia de una escalera narra la vida de varias familias que viven en un edificio humilde. El autor utiliza un lenguaje con el que aborda situaciones cotidianas para acercarse al público, transmitiendo una visión pesimista de la realidad, pero al mismo tiempo dejando abierta la posibilidad de un cambio social esperanzador. Respecto a los personajes, Fernando es un personaje ambicioso que busca salir de la pobreza y mejorar su estatus social, pero no lo logra; su amor por Carmina se ve frustrado por su decisión de casarse con Elvira, quien tiene mejor posición económica. Representa la dificultad de cambiar de clase social. Urbano, miembro del sindicato, simboliza la lucha obrera, pero también experimenta la frustración cíclica, ya que sus esfuerzos por mejorar la situación de los trabajadores no tienen éxito. Ambos personajes reflejan las limitaciones de la clase baja para alcanzar sus sueños.
En conclusión, Historia de una escalera critica las injusticias de la sociedad española de posguerra. La escalera simboliza el ascenso y descenso de las aspiraciones de los personajes, representando su deseo de mejorar sus vidas, pero también la frustración de no poder escapar de la realidad social. El final de la obra es abierto, lo que permite al público reflexionar sobre la posibilidad de cambio, dejando en dudas si podrán romper el ciclo de frustración y alcanzar una vida mejor.
El Teatro Experimental y de Vanguardia
Alfonso Sastre propone un teatro más radical, como Escuadra hacia la muerte o La mordaza.
En los 60, autores como Fernando Arrabal (Cementerio de automóviles) o Francisco Nieva (Pelo de tormenta) traen el teatro del absurdo, el simbolismo y la crítica social.
El Teatro desde 1975
En los 70 surgen grupos como Els Comediants o La Fura dels Baus, que renuevan la escena con teatro callejero, interacción con el público y nuevas tecnologías.
Tras 1975 se recuperan autores censurados como Lorca o Valle y se consolidan los teatros independientes. Aparece una nueva generación de teatro realista: la del 82. Destacan Sanchis Sinisterra y Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas), que muestran personajes marginados con humor y crítica. La línea continúa con Juan Mayorga o Rodrigo García.
La Novela Española (Desde 1975)
Contexto y Características Generales
Tras la muerte de Franco y la aprobación de la Constitución de 1978, España se transforma en una democracia parlamentaria y desaparece la censura. Esta libertad permite a los escritores alejarse de la denuncia social y centrarse en otros temas más personales o formales. La cultura se abre a la diversidad de estilos y técnicas, y el arte empieza a valorarse también como un producto de mercado. Aun así, no se produce la gran explosión literaria que muchos esperaban, sino que conviven varias generaciones. La del 40 incluye a autores como Camilo José Cela, que escribió El hereje, Miguel Delibes o Carmen Laforet. La del 50 está formada por escritores como Juan Marsé o Carmen Martín Gaite. En la del 70 destacan nombres como Vázquez Montalbán, Eduardo Mendoza, Javier Marías, Muñoz Molina, Rafael Chirbes o Enrique Vila-Matas. Y en la del 80, Almudena Grandes, Javier Cercas o Elvira Lindo.
En esta etapa desaparece la narrativa social y se abandona el experimentalismo. No hay un proyecto común, pero sí algunas tendencias generales. El compromiso político es menor, se da más importancia al mundo interior del personaje y se recuperan estructuras narrativas tradicionales, con capítulos, acción lineal, espacios concretos y finales cerrados. Se emplea sobre todo la primera y la tercera persona, dejando de lado el uso del tú narrativo.
Tendencias y Autores Destacados
Destacan corrientes como la novela de intriga, que puede incluir estructura policíaca, como en Plenilunio de Muñoz Molina o en las novelas del detective Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán. También es muy frecuente la novela histórica, ambientada muchas veces en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina de Javier Cercas o La larga marcha de Rafael Chirbes. La metanovela, que reflexiona sobre la propia escritura, aparece en autores como Enrique Vila-Matas, y la novela intimista se centra en los conflictos personales, como en La soledad era esto de Millás.
Entre los autores más destacados, Javier Marías mezcla memoria, fantasía y misterio en obras como Corazón tan blanco. Antonio Muñoz Molina, además de Plenilunio, escribió novelas como El invierno en Lisboa o La Malvarrosa, donde combina análisis psicológico y mirada social. Rafael Chirbes, en obras como Mimoun, va más allá de la intriga para reflejar la decadencia moral. Por su parte, Almudena Grandes destaca con su serie Episodios de una Guerra Interminable, especialmente Las tres bodas de Manolita, donde muestra la lucha y resistencia durante la posguerra.
En resumen, la novela española desde 1975 es plural, libre y marcada por la variedad de estilos, la memoria histórica y la voz propia de cada autor.
La Novela Social en la Segunda República: Tea Rooms de Luisa Carnés
La novela de Luisa Carnés, Tea Rooms. Mujeres obreras, es una novela publicada en 1934. Fue escrita antes del comienzo de la Guerra Civil, en un ambiente político y social muy revuelto. Se trata de una novela social con un fuerte compromiso con la realidad, que incorpora elementos de la vanguardia.
Luisa Carnés (1905-1964) fue escritora y periodista. Nació en una familia humilde. Tuvo una formación autodidacta. Comenzó a escribir en la década de 1930. En sus obras refleja las condiciones de los trabajadores a partir de sus propias experiencias laborales. En su primera novela, llamada Natacha, la protagonista trabaja en una sombrerería, inspirada en la propia experiencia de Luisa Carnés. Tras Natacha, publicó Tea Rooms, donde habla de su experiencia cuando trabajó en una cafetería. En De Barcelona a la Bretaña, abordó su vivencia en el exilio.
La novela Tea Rooms se desarrolla en un salón de té en el Madrid de los años 30. Se observan las situaciones desfavorecidas que viven las jóvenes obreras a lo largo de la obra, que representan la sociedad de la época. La novela va dirigida a mujeres trabajadoras. Trata temas como las desigualdades de clase (ricos y pobres), la prostitución, el aborto, etc.
En cuanto a los personajes, una de las protagonistas es Matilde, el alter ego de Luisa, quien expresa sus pensamientos sobre temas como la pobreza y la precariedad laboral. Marta es una empleada despedida que acaba en la prostitución. Teresa, la encargada que defiende a la empresa, muestra las dinámicas entre mujeres. También se critica a la religión a través del personaje de Paca.
La novela es vanguardista por la experimentación con el narrador, el uso de metáforas, repeticiones y estilo indirecto libre. Además es social, ya que aborda temas como la explotación femenina, el aborto y las huelgas, con un estilo maniqueo, donde los personajes son buenos o malos, representados, por ejemplo, por el 'ogro' (el jefe). También tiene un vocabulario fácil de comprender y capítulos cortos.
En conclusión, la autora incita a las mujeres a la emancipación a través de los estudios y a la toma de conciencia obrera.
La Literatura Hispanoamericana Moderna (Siglo XX y XXI)
La literatura hispanoamericana moderna surge con las independencias del continente, momento en que empieza a buscar una voz propia, alejada de la influencia europea. Durante el siglo XX, se distinguen dos grandes etapas. La primera mitad se caracteriza por una narrativa realista, de fuerte contenido social, que explora las realidades autóctonas. La segunda mitad del siglo trae una profunda renovación formal y temática, conocida como el boom, con una proyección internacional sin precedentes.
Orígenes y Primeras Corrientes (Novela de la Tierra, Indigenista, Revolución)
En la etapa inicial, destacan varias corrientes. La novela de la tierra presenta la lucha del hombre frente a una naturaleza inmensa y dominante, como en Doña Bárbara de Rómulo Gallegos o La vorágine de José Eustasio Rivera. La novela indigenista denuncia la opresión del mundo indígena, con obras como Huasipungo de Jorge Icaza o El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría. La novela de la Revolución mexicana retrata los conflictos sociales y políticos a partir de 1910, como Los de abajo de Mariano Azuela. Paralelamente, surge una narrativa más experimental y artística, influida por el modernismo y el surrealismo, en autores como Macedonio Fernández o Felisberto Hernández.
Ruptura con el Realismo y el Real Maravilloso
A partir de 1940, se rompe con el realismo tradicional. El contexto internacional (la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial, el exilio, las dictaduras) y la influencia de autores europeos y del psicoanálisis dan paso a una narrativa más compleja y ambigua. Se incorporan el realismo mágico, la introspección psicológica, la ruptura temporal y la mezcla de géneros. Borges destaca por sus juegos con el tiempo, la memoria y la ficción. Asturias combina mitos indígenas y técnicas modernas. Carpentier acuña el concepto de “lo real maravilloso” y fusiona historia y mito.
El Boom Latinoamericano
En los años 60, el boom lleva esta literatura al mundo. Cortázar rompe las normas en Rayuela, una novela lúdica y fragmentaria, y en sus cuentos mezcla lo inquietante con lo fantástico. García Márquez crea el universo de Macondo, donde se entrelazan historia, mito y magia en Cien años de soledad. Vargas Llosa denuncia la corrupción y el poder con una técnica sofisticada en novelas como La ciudad y los perros, La casa verde o Conversación en La Catedral. También sobresale Carlos Fuentes, con su visión crítica de México y su ambición formal.
Tendencias Recientes
En las últimas décadas, la narrativa hispanoamericana sigue viva y diversa. Autores como Álvaro Mutis, Isabel Allende, Laura Esquivel, Luis Sepúlveda o Roberto Bolaño han renovado las temáticas y estilos, manteniendo el compromiso con la historia, la identidad y la experimentación narrativa.