Recuerdos de un Viaje Infantil Hacia la Costa

Clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 2,29 KB

HASTA LUEGO, LUNA

Es cierto que tenía que guardar cama todavía un mes más, pero a pesar de ello me sentía mejor que antes, incluso cuando iba al médico. Mi abuela siempre estaba a mi lado y yo no me aburría. Decía que las golondrinas ya habían llegado a la ciudad y que parecía que de nuevo tendrían un nido en nuestra terraza. También me dijo que, en adelante, si le subían la pensión regularmente, me compraría mi tebeo favorito y que pronto me iría a la playa.

«Parece que a tu madre le van a dar trabajo. Si así sucede, ¡irás a la playa seguro! ¡El mar lo cura todo, te curará a ti también!»

Después estuvimos hablando largamente sobre el mar, las conchas y los delfines. Esa fue una conversación muy graciosa porque mi abuela tampoco tenía una idea clara del mar, ya que nunca lo había visto, pero esa conversación fue interesante, puesto que aun hoy en día la recuerdo.

Y llegó el día de hacer las maletas. Me regalaron una gorra verde ¡y unas gafas con cristales rojos! Solo faltaba el flotador, pero ese día eso no era tan importante. Lo más importante era emprender el viaje a la playa.

Mi madre llevaba dos maletas y yo solo una bolsa con bocadillos y zumos. La abuela nos acompañó hasta la estación de trenes. Le pedimos que nos acompañara hasta el andén, pero ella no quería. Dijo: «Podéis solos también». Nos dio un beso y se fue. Miré una vez más hacia ella, pensando que se giraría y que nos saludaría con la mano.

Mentiría si dijera que el viaje fue interesante. Al contrario, fue aburrido, y quizá por tales viajes hay personas que casi nunca se van de vacaciones. Contaba los túneles por los que pasaba el tren, miraba los campos sin ninguna casa y me preguntaba: «¿Qué pasaría si el tren fuera atacado?»

«A lo mejor precisamente estamos en el mismo tren que los atracadores van a asaltar. Sin duda, tendré que arreglarlo todo yo solo. ¡A través de los tejados llegaré hasta la locomotora, liberaré al maquinista, porque así lo hacen los vaqueros, y entonces junto con él echaré a todos los bandidos!»

Y mientras me imaginaba cómo después de todo pasaba a través de los vagones recibiendo abrazos y felicitaciones por la hazaña, mamá me dijo: «Empieza a arreglarte, pronto bajamos».

Entradas relacionadas: