Reflexiones éticas y morales en la filosofía
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Pluralidad de escuelas éticas
Las reflexiones éticas que encontramos en los distintos filósofos no consisten en proponer formas de comportamiento o consejos vitales para salvarse o para ser feliz. Los filósofos nunca han pretendido hacer semejantes cosa. Eso es lo que hacen los fundadores de las sectas, los profetas... En la actualidad, son los manuales de autoayuda: libros que te enseñan a no sufrir, a ser feliz, a adelgazar o a hablar en público. La filosofía nunca ha tenido nada que ver con esto. Es cierto que existen manuales de filosofía que explican las cosas tan mal que uno acaba creyendo que el gran mérito de Aristóteles o Kant fue escribir unos libros de autoayuda. O que los filósofos fundaron sistemas morales.
¿Por qué hacemos cosas en contra nuestra?
Cuando los seres humanos, movidos por sus costumbres o su tradición se comportan de una forma u otra no pueden evitar que les marque también el hecho de ser seres racionales. Hay ciertas cosas que nos negamos a hacer, y no porque no esté en nuestra mano hacerlas, sino porque nos resultan intolerables. Pero no intolerables para conseguir algo, no intolerables para nuestros padres, sino intolerables desde todos los puntos de vista. Hay ciertas cosas que debemos hacer, por eso mismo sabemos que somos libres: porque ciertas cosas tenemos la certeza de que no deberíamos hacer aunque todo nos empuje a hacer o al contrario. Cuando hacemos cosas que van en contra nuestra es porque nos hemos dejado llevar o influenciar. La voz del deber es la que nos dice que ante todo tenemos que ser libres.
Epicureísmo y estoicismo
Algunos manuales filosóficos contraponen estas dos ideas. El estoico dice que el bien al que aspira la voluntad moral es la virtud. El epicúreo dice que ese bien es el placer. El estoico es presentado como un obseso de la dignidad. El epicúreo, como un obseso de la felicidad. Al final, el estoico está obsesionado por hablarte de la felicidad, por explicarte lo profunda y seria que es la felicidad, la felicidad de ser virtuoso. Por su parte. el epicúreo, que parecía obsesionado con el placer, tan pronto abre la boca te explica que, por supuesto, no se puede perseguir el placer de cualquier manera, que hay que ser muy virtuoso a la hora de usar los placeres. De lo contrario, los placeres se destruyen unos a otros. Hay que saber usarlos, saber administrarlos. Y al final acaba resultando que la mejor forma de asegurarse el placer es ser virtuoso, que el verdadero placer está en la virtud.
Auschwitz
El colapso moral de la población alemana es la expresión que empleó la filósofa Hannah Arendt y sirve muy adecuadamente para describir esa situación en la que la población alemana sabía y no sabía que existía Auschwitz y que los judíos estaban siendo eliminados. Con su indiferencia la población alemana se hizo cómplice del Holocausto y del asesinato de millones de personas. Quizá la situación actual no sea tan distinta. Lo que ocurre es que los campos de concentración sobre los que está nuestra tranquilidad son demasiado grandes para rodearlos con alambradas. Nos sale mucha más rentables rodearnos a nosotros mismos, encerrarnos en una fortaleza y dejar que la economía internacional se encargue por sí sola de seguir con el exterminio.
El desnivel prometeico
Es la idea de que somos capaces de producir efectos desmesurados con acciones insignificantes. Es imposible vivir emocionalmente la muerte de 20000 personas. Los seres humanos estamos hechos para sentir la muerte de un ser querido. Hannah contaba como Eichmann explicaba que su trabajo consistía en aligerar el ritmo de la cadena de exterminio de judíos. Desde su punto de vista, era un mero éxito laboral. Pero cuando unos testigos le acusan de estrangular a un niño con sus propias manos, se vuelve loco y dice que eso es mentira. Estrangular a una persona es insoportable para una conciencia moral normal, administrar la muerte de millones de personas es rutina. No sabemos diferenciar entre bien y mal.