La Regencia de María Cristina (1833-1840): Conflictos Carlistas y el Nacimiento del Liberalismo Español

Clasificado en Historia

Escrito el en español con un tamaño de 3,6 KB

La Minoría de Isabel II y la Regencia de María Cristina (1833-1840)

La Regencia de María Cristina (1833-1840) contó con el apoyo de los liberales, quienes se dividían en moderados y progresistas. Desde el primer momento, sin embargo, se enfrentó a la férrea oposición de los carlistas.

La Primera Guerra Carlista (1833-1839): La Oposición al Liberalismo

El conflicto se gestó en marzo de 1830, cuando Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica de 1713. En octubre de ese mismo año nació Isabel II. Tras la muerte de Fernando VII en 1833, Isabel, con solo tres años, quedó bajo la regencia de su madre, María Cristina. Su hermano, Carlos María Isidro, proclamó su derecho al trono español, dando inicio a una cruenta guerra civil.

Los carlistas basaron su fuerza en el ámbito rural y practicaron la guerra de guerrillas, táctica ya empleada en la Guerra de la Independencia. La debilidad inicial del gobierno de María Cristina propició una primera fase (1833-1837) de triunfos carlistas, que incluyó el control del territorio vasco-navarro y una "expedición real" en la que Don Carlos estuvo a punto de tomar Madrid.

En una segunda fase, tras una serie de acontecimientos clave como la muerte de Zumalacárregui en el sitio de Bilbao (1835), la decisiva victoria de Espartero (general isabelino) en Luchana (1836) y la actitud pactista del general carlista Maroto, se posibilitó el final de la guerra con la firma del Convenio de Vergara entre los generales Espartero y Maroto. Este convenio supuso:

  • La aceptación de la infanta Isabel como reina.
  • El mantenimiento de los fueros en Navarra y Vascongadas.
  • La integración de los oficiales carlistas en el ejército isabelino.

En el Maestrazgo, las partidas del intransigente general Cabrera resistieron hasta su derrota definitiva en 1840.

Implantación del Liberalismo en España

Al igual que en otros países de Europa Occidental, la implantación del liberalismo fue un proceso difícil. En España, además, existía una contradicción inherente entre los propósitos de renovación política del liberalismo y una sociedad tradicional caracterizada por una burguesía débil y una amplia masa campesina.

En esta época tuvo lugar el nacimiento de los partidos políticos modernos. Entre los liberales, existían dos tendencias principales:

Moderados

  • Su base social la constituían la alta burguesía (terratenientes, hombres de negocios) y la alta clase media (profesionales liberales, propietarios y jefes y oficiales del ejército).
  • Ideológicamente, defendían reformas liberales de alcance limitado: amplias prerrogativas para el Rey, soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, sufragio censitario muy restringido, un estado confesional, un poder legislativo con dos cámaras y un estado centralizado.

Progresistas

  • Su base social eran las clases medias bajas (pequeños comerciantes, artesanos y empleados, así como clases bajas del ejército).
  • Ideológicamente, defendían reformas liberales más radicales: un límite a las prerrogativas del Rey, soberanía nacional en las Cortes (aunque aceptaban el papel moderador de la Corona), sufragio censitario más amplio, ayuntamientos democráticos, un poder legislativo con una sola cámara y la creación de la Milicia Nacional.

Entradas relacionadas: