La Regencia de María Cristina y el Sistema de la Restauración: Claves Políticas y Sociales

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La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el Turno de Partidos

Tras el fallecimiento de Alfonso XII en 1885, su esposa, María Cristina de Habsburgo, asumió la regencia del reino. En ese momento, María Cristina estaba embarazada del futuro Alfonso XIII, y la estabilidad del régimen era primordial. Para asegurar esta continuidad, Cánovas del Castillo y Sagasta, líderes de los partidos Conservador y Liberal respectivamente, firmaron el Pacto del Pardo. Este acuerdo fundamental establecía el compromiso de ambos líderes de respetar el turno pacífico de partidos en el poder y la legislación vigente. Aunque el pacto fue respetado, la corrupción política, manifestada a través del pucherazo y el caciquismo, se intensificó, desvirtuando el sistema electoral.

El Turno de Partidos y sus Reformas

Tras la muerte de Alfonso XII, Cánovas dimitió, y María Cristina nombró a Sagasta presidente del gobierno. Los liberales estuvieron en el poder durante cinco años (1885-1890), un periodo en el que llevaron a cabo importantes reformas:

  • Ampliación de la libertad de expresión y gran desarrollo de la prensa.
  • Establecimiento de la libertad de asociación.
  • Implementación del sufragio universal masculino.

En 1890, los conservadores regresaron al poder y aprobaron la Ley de Aranceles de 1891, una medida que satisfacía los intereses de industriales y terratenientes. De 1892 a 1895, los liberales volvieron a gobernar, destacando su intento de reforma en Cuba, que, al fracasar, desencadenó la guerra. En 1895, Cánovas del Castillo asumió nuevamente el gobierno, pero fue asesinado en 1897. Sagasta tuvo entonces que afrontar el trágico Desastre del 98.

Finalmente, en 1902, Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad y fue proclamado rey de España, poniendo fin a la regencia de María Cristina. El sistema canovista y el turno de partidos, aunque formalmente democráticos, consolidaron un régimen oligárquico donde los resultados electorales dependían en gran medida de los intereses políticos de las élites.

La Oposición al Sistema de la Restauración

El régimen de la Restauración marginó a diversas fuerzas políticas y sociales. Aunque la oposición era numerosa, estaba fragmentada e incluso enfrentada:

  • Carlismo: A pesar de sus derrotas militares, el carlismo no desapareció, manteniendo su influencia en regiones como Navarra y el País Vasco.
  • Republicanismo: Mantuvo su influencia entre los sectores ilustrados de la clase media y entre los obreros. Sin embargo, su división interna limitó significativamente su peso político. En 1896, la creación de la Unión Republicana buscó unificar estas facciones.
  • Movimiento Obrero: Estaba dividido en dos grandes corrientes:
    • La corriente marxista: Representada principalmente por el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), fundado por Pablo Iglesias.
    • La corriente anarquista: Con organizaciones destacadas como la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica).

    El movimiento obrero atravesó una crisis al principio de la Restauración, pero se recuperó posteriormente gracias a la legalización de las asociaciones obreras.

Regionalismo y Nacionalismo: El Auge de las Identidades Periféricas

Los movimientos nacionalistas surgieron como respuesta al proceso de centralización política y uniformidad cultural impulsado por la Restauración. Inicialmente apoyados por las clases medias, estos nacionalismos encontraron posteriormente el respaldo de la burguesía, que buscaba obtener ventajas económicas y políticas.

Nacionalismo Catalán

A mediados del siglo XIX, nació en Cataluña un movimiento cultural conocido como la Renaixença, cuyo objetivo principal era recuperar y revitalizar la cultura y la lengua catalana. En 1892, Enric Prat de la Riba fundó la Unió Catalanista, que proponía un sistema federal donde Cataluña tuviera su propio autogobierno e instituciones. En 1901, se formó la Lliga Regionalista, fundada por Francesc Cambó, que abogaba por la autonomía catalana y la defensa de sus intereses económicos.

Nacionalismo Vasco

El ideólogo principal del nacionalismo vasco fue Sabino Arana. Este movimiento nació en defensa de la etnia vasca, que, según Arana, estaba en peligro debido a la suspensión de los fueros vascos y la llegada masiva de inmigrantes. El PNV (Partido Nacionalista Vasco) proponía una Euskadi independiente, católica y tradicional, con el lema "Dios y Leyes Viejas".

Otros Nacionalismos

Los nacionalismos gallego, valenciano y andaluz fueron considerablemente más débiles. Esto se debió, en gran parte, a la ausencia de una burguesía regional fuerte que los apoyara, lo que los mantuvo principalmente como movimientos intelectuales.

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