El Régimen Franquista: Poder Dictatorial, Ideología y Simbología
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Características del Poder Franquista
El rasgo básico del nuevo régimen fue siempre el poder dictatorial, personal y vitalicio de Franco: Jefe de Estado, Presidente del Gobierno, jefe del partido único FET y de las JONS y jefe supremo de las Fuerzas Armadas (Generalísimo de los Ejércitos). Es decir, el nuevo régimen se caracterizó, desde sus orígenes, por una absoluta concentración de poderes en la figura del Caudillo (título que corresponde a la concepción fascista del Estado, equivalente al «duce» italiano y al «Führer» alemán). Tal concentración de poderes responde a un modelo de Estado autoritario, mezcla de dictadura militar, Estado fascista y monarquía absoluta sin rey.
Culto a la Personalidad y Simbología
Su figura se fue rodeando de una serie de símbolos y lemas encaminados a resaltar el liderazgo y el papel «providencialista» de su persona, desde el «Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios», que aparecía en las monedas, hasta la rotunda afirmación de los estatutos de la Falange de que «el Jefe solo responde ante Dios y ante la Historia». El grito de «¡Franco, Franco, Franco!» era consigna omnipresente en cualquier acto público. Su retrato, vestido de militar o con el uniforme de la Falange y rodeado de la bandera, presidía todas las dependencias de edificios públicos, cuarteles y escuelas. Las banderas, el yugo y el haz de flechas —símbolo fascista por excelencia—, el águila bicéfala —símbolo de la unidad imperial—, las camisas azules y el saludo con el brazo en alto a la manera romana son otras tantas características que el franquismo adoptó, inspirándose en los regímenes fascistas.
Fundamentos Ideológicos del Régimen Franquista
Los fundamentos ideológicos del régimen franquista fueron los siguientes:
1. Anticomunismo
Un pilar fundamental fue el anticomunismo. El régimen lo esgrimía contra un amplio espectro político, que iba desde la extrema izquierda hasta la burguesía democrática. Se argumentaba que la Guerra Civil se había librado para evitar el triunfo de una revolución bolchevique que, según los sublevados, se estaba preparando. Por ello, Franco adhirió a España al Pacto Antikomintern (alianza contra la Internacional Comunista), del que ya formaban parte Alemania e Italia. Los propagandistas del régimen otorgaron a Franco el apelativo de «Centinela de Occidente».
2. Nacionalcatolicismo
Otro aspecto clave fue su profunda identificación con el catolicismo, dando lugar al término nacionalcatolicismo para definir esta faceta del régimen. Desde el inicio de la Guerra Civil, la jerarquía eclesiástica se identificó mayoritariamente con la sublevación, bautizando la causa nacional como una «Cruzada». La Iglesia Católica se convirtió en un instrumento crucial para la legitimación de la dictadura; Franco, por ejemplo, entraba en las iglesias bajo palio y tenía el privilegio de proponer al Vaticano el nombre de los obispos (derecho de presentación). A cambio, la Iglesia recibió un inmenso poder social, el control absoluto sobre la enseñanza, plena competencia en materia de censura y una presencia constante en los medios de comunicación. Se impuso una estricta moral católica tanto en la vida pública como en la privada.
3. Tradicionalismo
El tradicionalismo fue otra constante ideológica, en parte heredada del carlismo, pero fundamentalmente arraigada en valores militares que consideraban la unidad de la Patria como un valor sacrosanto. Esta ideología buscaba en el pasado glorioso de España la justificación de dicha unidad. Las referencias al Imperio español eran constantes: se exaltaba la Reconquista, a los Reyes Católicos, la figura de Carlos V y a los conquistadores. Se calificaron como «antiespañoles» la democracia, el liberalismo y la autonomía de las regiones. Se puso especial empeño en suprimir los elementos de identidad de las diferentes nacionalidades existentes en España: se prohibió el uso público de cualquier lengua que no fuera el castellano, se abolieron todos los órganos de autogobierno y se desplegó una propaganda contundente para descalificar cualquier forma de nacionalismo periférico.
4. Militarismo
Finalmente, el militarismo y la organización castrense impregnaron numerosas manifestaciones de la vida cotidiana. La vestimenta militar, los emblemas, los desfiles y la educación física —transformada en instrucción premilitar— crearon una escenografía marcial que perduró durante décadas. La radio y la prensa recordaban de forma permanente la Guerra Civil, la «Victoria» y el papel del Ejército como garante de la unidad de la Patria.
Apoyos Sociales del Régimen
El franquismo se sintió también respaldado por los grupos sociales que habían apoyado la sublevación militar de 1936.