El Régimen Moderado en España (1844-1854): Consolidación y Desafíos
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La Consolidación del Régimen Moderado
Las elecciones de 1844 otorgaron la mayoría a los moderados, y el gobierno estuvo dirigido por el general Narváez, quien implementó una política basada en el liberalismo moderado. Su intención era acabar con la época revolucionaria y normalizar el funcionamiento de las instituciones liberales, con una nueva estructura del Estado basada en la autoridad y el orden. Los gobiernos moderados llevaron a cabo una fuerte represión contra los progresistas, cuyos líderes optaron por exiliarse. Este régimen se asentó sobre el dominio de la burguesía terrateniente. Para estos grupos, era necesario consolidar un nuevo orden social que asentara las instituciones liberales. La Corona y parte del ejército eran los más fieles al sistema y manipulaban las elecciones, asegurando siempre el triunfo.
La Constitución de 1845
El Gobierno preparó una reforma de la Constitución progresista de 1837 y promulgó una nueva Constitución en 1845, que recogía las ideas básicas del moderantismo: la soberanía conjunta entre el Rey y las Cortes, ampliando los poderes ejecutivos y disminuyendo las atribuciones del legislativo. Los ayuntamientos y diputados quedaron sometidos a la Administración central y se suprimió la Milicia Nacional. La nueva Constitución mantenía gran parte del articulado de la de 1837, sobre todo en la declaración de derechos, pero su regulación se remitía a leyes posteriores, restrictivas con las libertades. También otorgaba enormes atribuciones a la Corona, como la facultad de designar a los senadores entre personas relevantes y de confianza. Un decreto en 1845 reguló las libertades de imprenta, suprimiendo lo que sancionaba los delitos de opinión, lo que significó un control gubernamental sobre la prensa y una restricción de las libertades básicas del liberalismo. Al año siguiente, la ley electoral de 1846 estableció un sufragio censitario muy restringido. Solo tenían derecho a voto los mayores contribuyentes de la localidad y personas destacadas de la cultura, el ejército, la administración y la Iglesia.
El Concordato con la Santa Sede
Los moderados intentaron mejorar las relaciones con la Iglesia, ya que esta se mostraba en contra del liberalismo e inclinada al carlismo a causa de la desamortización y la abolición del diezmo. En 1851 se firmó un Concordato con la Santa Sede que establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados y el retorno de los no vendidos. A cambio, la Santa Sede reconocía a Isabel II y aceptaba la obra desamortizadora, mientras el Estado se comprometía al sostenimiento de la Iglesia española. Otros sectores veían en la opción carlista la que garantizaba una recuperación de los valores tradicionales y los antiguos privilegios.
La Institucionalización del Estado Liberal
Durante este periodo, se aprobó el Código Penal en 1848 y se elaboró un proyecto de Código Civil que recopilaba y racionalizaba las leyes anteriores, el cual fue aprobado años más tarde. Se abordó la reforma de la administración pública, reorganizando los cargos del Estado y creando una ley de funcionarios. La Ley de Administración Local de 1845 dispuso que los alcaldes de los municipios de más de 2000 habitantes serían elegidos por la Corona. Se estableció un sistema de instrucción pública. Esta legislación se completó con la Ley Moyano de 1857, una gran ley de educación para el país. También se adoptó el sistema métrico decimal y se disolvió la antigua Milicia Nacional. Finalmente, se creó la Guardia Civil en 1844.
La Crisis del Gobierno Moderado
Los moderados no consiguieron dar estabilidad política al Estado; en 1846, hubo tres gobiernos. Además, actuaban de forma corrupta, manipulando las elecciones y restando importancia al poder legislativo. La vida política se desarrollaba alrededor de las Cortes y hacían oídos sordos ante los problemas de la sociedad.