El Regreso a la Caverna: Implicaciones Éticas y Políticas en Platón
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El Regreso a la Caverna: Implicaciones Éticas y Políticas en Platón
5. El Regreso a la Caverna
El viaje no termina con la visión del sol. Es decir, la meta de todo el proceso educativo no acaba con la visión de la Idea del Bien y la comprensión intelectual del eidos de las cosas. No basta con lograr dar cuenta racionalmente de lo que son las cosas y lo que deberían ser.
Platón exige al filósofo, al prisionero liberado, que regrese a la caverna, abra los ojos al resto de prisioneros, desafiando a los falsos profetas, a los líderes de opinión, retóricos sofistas y demagogos, a los que el público (la audiencia podríamos decir hoy) otorga credibilidad.
Como se comprueba en la lectura del relato, se llega a un alto grado de dramatismo y patetismo, porque la lucha por la verdad, por el sentido de la verdad, es una lucha a muerte. Y el filósofo, a pesar de su saber superior, está en desventaja, porque, desacostumbrado a la penumbra, parece torpe e inútil. Por ejemplo, el filósofo conocedor de la Idea de Justicia apenas reconocerá ésta en los simulacros de esta idea tal como se aplica en los tribunales de Justicia, y por ello a los ojos del resto parecerá absurdamente ridículo.
En todos estos momentos, Platón está aludiendo al propio destino del Sócrates histórico. Platón está siendo muy lúcido y objetivo al señalar que a la violencia necesaria para liberarse intelectualmente le corresponde la violencia de los que, por el contrario, se resistirán a hacer lo mismo.
A esta etapa ya no corresponde ningún grado nuevo de conocimiento, pero sí se muestra claramente la intención política del programa educativo que Platón está esbozando. Aquel que llega a saber lo que son las cosas en sí mismas y los valores que deben orientar la acción política justa está obligado a aplicar ese saber del mundo de arriba (del mundo inteligible) al mundo de abajo (el mundo material, el interior de la caverna).
Por tanto, Platón está rechazando la tentación de los filósofos de aislarse de la mayoría, de su sociedad, para no ensuciarse en los negocios cotidianos de la mayoría ignorante de la sociedad. Es decir, el peligro de un pensamiento abstracto y sistemático que desconoce las discusiones concretas en la ciudad. El amor al saber y al conocimiento verdadero obliga a compartirlo y aplicarlo, para transformar las cosas.
Y no olvidemos que finalmente la intención es siempre ética, eso significa el primado de la Idea de Bien. Es decir, en Platón no basta un conocimiento científico-técnico, sino que éste ha de estar al servicio de la felicidad y el bienestar, moral y político, de la Comunidad.
6. Interpretación Platónica de la Alegoría de la Caverna
El capítulo III en el que Sócrates propone la interpretación, como dice, a partir de “lo que se ha dicho antes”. Es decir, Sócrates relaciona explícitamente toda la alegoría de la caverna con lo dicho tanto en el símil de la línea como en la metáfora heliológica en torno a la relación jerárquica entre el mundo visible y el mundo inteligible.
El ascenso del prisionero desde el interior al exterior de la caverna representa el paso desde el hijo del Bien al Bien, es decir, de lo visible aparente a lo inteligible verdadero.
Y el esforzado recorrido que atraviesa cuatro etapas subrayadas en el relato, son los cuatro grados (escalones) del conocimiento, que corresponden al progreso del alma en el saber mediante las cuatro operaciones del conocimiento distintas, tal y como explicó en el símil de la línea, y que hemos señalado durante la explicación anterior.
Sin olvidar el objetivo último de la educación perfecta que precisarán los gobernantes, la Idea de Bien, fundamento de todo lo inteligible.