El Regreso de Odiseo a Ítaca: Momentos Clave del Canto XVII de La Odisea

El Regreso de Odiseo a Ítaca: Canto XVII de La Odisea

El Canto XVII de La Odisea marca un momento crucial en el épico viaje de Odiseo. Tras su llegada a Ítaca, el héroe, aún disfrazado de mendigo, se prepara para enfrentar los desafíos que le esperan en su propio palacio. Este capítulo destaca por los emotivos reencuentros y los primeros enfrentamientos con los insolentes pretendientes.

El Reencuentro de Telémaco y Penélope

Telémaco encarga al fiel porquerizo Eumeo que lleve a Odiseo (aún bajo su disfraz) al palacio real. Tras despedirse de ambos, Telémaco se dirige a encontrarse con su madre, la augusta Penélope. Ella lo recibe con toda la alegría y el alivio que puede esperarse de quien teme por la vida de su hijo. Inmediatamente, Penélope comienza a hacerle preguntas acerca de su viaje y las dificultades que tuvo que superar para poder llegar sano y salvo. Telémaco relata sus aventuras en Pilo, donde conoció al anciano Néstor y a su hijo Pisístrato, su viaje a Esparta, en el cual conversó con Menelao, para luego describir su viaje de regreso a la tierra de Ítaca.

La Profecía en Palacio

Tras esta conversación, un miembro del séquito de Penélope le asegura a la reina que su esposo se encuentra en Ítaca en ese mismo momento. Conmovida por la esperanza, Penélope le promete tesoros incalculables si esa afirmación resulta ser cierta.

El Viaje de Eumeo y Odiseo al Palacio

Mientras tanto, Eumeo busca un bastón para ayudar el paso del anciano (Odiseo disfrazado) que iba a acompañarlo. Ambos se dirigen hacia el palacio real, siguiendo las indicaciones de Telémaco.

El Emotivo Reencuentro con Argos

Al llegar a las puertas del palacio, Odiseo ve con enorme tristeza a su viejo perro Argos, el cual yacía sobre un cerro de estiércol. Odiseo mismo lo había criado desde cachorro, poco antes de partir hacia Troya, y sus ojos se llenaron de lágrimas al verlo en tan lamentable situación. El noble animal fue capaz de levantar su cabeza y ver a su querido amo y lo reconoció inmediatamente, a pesar del tiempo transcurrido. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Argos pudo bajar las orejas y mover la cola en señal de reconocimiento y cariño hacia Odiseo, para luego morir con la felicidad de haber visto nuevamente a quien también era su rey.

Odiseo en el Palacio: El Mendigo Desconocido

Al palacio entró primero el porquerizo, dirigiéndose a Telémaco; luego lo hizo Odiseo. Su hijo le obsequió pan y carne, indicándole que pidiera a los pretendientes para ver cuál de ellos estaba dispuesto a compartir algo de comida y bebida con él. Odiseo obedeció los mandatos de su hijo, recorriendo la gran sala mientras todos los pretendientes de la reina se preguntaban quién sería aquel mendigo desconocido y solamente le entregaban algunos mendrugos.

El Enfrentamiento con Antínoo

Antínoo reprende a Eumeo por haber llevado a aquel desconocido, pero en seguida Telémaco toma la palabra y detiene el ataque a su compañero con duras críticas. Odiseo no se asusta por cómo había sido denostado y se dirige hacia el propio Antínoo diciendo que este pretendiente debería darle el doble que los otros debido a su gran parecido con el rey de Ítaca. Sin embargo, como respuesta solo recibe un insulto y un escabel que le es arrojado. Odiseo, sin inmutarse en lo más mínimo, no respondió a la agresión, sino que elevó su voz a los dioses pidiendo que trajeran la muerte veloz para aquel que lo había insultado y agredido.

Penélope y el Misterioso Mendigo

Cuando la insigne Penélope se enteró de este atropello dentro de su palacio, se dirigió a Antínoo y lo reprendió con durísimas palabras. Luego de lo cual, pidió que aquel mendigo fuera llevado sin demora ante su presencia. Ante la posibilidad de ver a su esposa nuevamente tras veinte años, Odiseo recurre a su astucia y prudencia y responde que irá a verla solamente cuando sea de noche, para evitar que su encuentro sea descubierto por los demás y así eludir las sospechas que esto pudiera generar.