Regulación Neural y Humoral del Corazón: Mecanismos y Control

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El centro primario para el control del ritmo cardíaco es el centro regulador cardiovascular situado en el bulbo raquídeo, que a través del hipotálamo recibe la estimulación de los centros motores superiores de la corteza cerebral y los lóbulos frontales. Las alteraciones emocionales constituyen un estímulo excitador hacia el centro regulador cardiovascular.

El control del ritmo cardíaco que se inicia en el centro regulador se realiza a través de una doble vía a través del plexo cardíaco situado a nivel de la bifurcación de la tráquea.

Vías de Regulación Cardíaca

  • Vía Vagal: A través de la estimulación del nervio vago se produce un efecto inhibidor con enlentecimiento del ritmo cardíaco y descenso de la presión arterial. Esta vía tiene como transmisor la acetilcolina y actúa hiperpolarizando las membranas cardíacas.
  • Vía Simpática: A través de los nervios cardíacos superior, medio e inferior que aceleran el ritmo cardíaco y aumentan la fuerza de contracción. Su neurotransmisor es la adrenalina.

En un corazón denervado, la frecuencia cardíaca adquiere un valor espontáneo de 90-100 pulsaciones por minuto, lo que sugiere que durante el reposo, hay un tono vagal que controla al sistema autónomo de contracción. Asimismo, la aceleración inicial del ritmo cardíaco se debe, en primer lugar, a una depresión del sistema parasimpático y, a partir de las 100 pulsaciones, por la estimulación del simpático.

Receptores y su Influencia

El centro regulador recibe información de los presorreceptores y quimiorreceptores localizados principalmente en el cayado aórtico y en la bifurcación carotídea a través de los pares craneales noveno y décimo. Estas informaciones actúan sobre el ritmo respiratorio, ritmo cardíaco y tono vasomotor.

Acción de las Glándulas Suprarrenales

La acción vegetativa simpática tiene como consecuencia la estimulación de las glándulas suprarrenales, que acarrea un aumento en la producción de catecolaminas y, como consecuencia, de su concentración plasmática, lo que contribuye a aumentar la contractilidad del músculo cardíaco.

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