El Reinado de Felipe II: Imperio, Conflictos y la Unión con Portugal
La Monarquía Hispánica de Felipe II y la Unidad Ibérica
Gobierno Interior y Defensa del Catolicismo
Felipe II (1556-1598) centralizó su gobierno en la Corona de Castilla, fijando la capitalidad en Madrid. Allí hizo construir el monasterio de El Escorial, al que acabó retirándose. Dedicado a las tareas de gobierno, se ocupó personalmente de todos los asuntos del reino. Del mismo modo que su padre, consideró que su principal misión era la defensa del catolicismo, lo que le llevó a implicarse directamente en los problemas que causaba en Europa la extensión del Protestantismo.
Política Exterior: Conflictos y Alianzas
La Rebelión de los Países Bajos
La intransigencia religiosa, que en el interior se tradujo en el apoyo a la Inquisición, desencadenó la rebelión de los Países Bajos cuando se intentó implantar allí. La represión llevada a cabo por los tercios, dirigidos por el Duque de Alba, no pudo frenar la revuelta. Finalmente, en 1579, el sur retornó a la obediencia de Felipe II, que designó a su hija Isabel Clara Eugenia como gobernadora de los Países Bajos, mientras que el norte se independizó virtualmente.
El Conflicto con Francia y la Amenaza Turca
El conflicto con Francia por la hegemonía sobre Italia se resolvió pronto con la victoria en la batalla de San Quintín (1557). Frente a la amenaza turca, que había logrado conquistar Chipre, se formó una alianza, la Liga Santa, con Venecia, España y los Estados Pontificios. Esta coalición obtuvo la victoria en la batalla de Lepanto (1571), con la que se frenó la expansión turca, pero no se resolvió el problema de la piratería.
La Rivalidad con Inglaterra
Un nuevo conflicto se abrió con Inglaterra por el apoyo de la reina Isabel I a los protestantes de Flandes y a los corsarios del Atlántico. La expedición de la Armada Invencible en 1588 supuso un completo fracaso.
La Unidad Ibérica: La Anexión de Portugal
A la muerte del rey don Sebastián de Portugal en una expedición a África, Felipe II reclamó sus derechos a la sucesión como hijo de Isabel de Portugal. Con el apoyo de la aristocracia portuguesa, de los jesuitas y de los banqueros judíos portugueses, Felipe logró imponerse con facilidad a su rival. Las Cortes de Tomar (1581) lo reconocieron como rey con una serie de condiciones: la conservación de las instituciones y leyes propias de Portugal. Se completaba así la política de enlaces matrimoniales que había venido desarrollándose desde los Reyes Católicos, y el imperio ultramarino castellano-portugués se extendía desde Brasil hasta Calcuta.
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