El Reinado de Isabel II: Claves de la Evolución Política en la España del Siglo XIX

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La Evolución Política del Reinado de Isabel II: De la Minoría de Edad al Exilio

Regencia de María Cristina (1833-1840)

Cuando Fernando VII muere, Isabel II, aún menor de edad, asciende al trono. Su madre, María Cristina de Borbón, se convierte en regente y gobierna con el apoyo de los liberales. Los absolutistas, descontentos con esta situación, se levantan en armas, dando inicio a la Primera Guerra Carlista (1833-1840), que culmina con la victoria de los isabelinos.

Posteriormente, María Cristina promulga una Carta Otorgada en lugar de una Constitución, buscando el consenso liberal. Llama a Juan Álvarez Mendizábal al poder para iniciar una gran desamortización de los bienes eclesiásticos. Sin embargo, los liberales más radicales, insatisfechos, protagonizan un pronunciamiento en 1837 que obliga a la regente a promulgar la Constitución de 1837, de carácter más progresista.

En 1840, María Cristina intenta modificar la ley de ayuntamientos, lo que provoca motines y un fuerte descontento popular. Ante la presión, el general Baldomero Espartero decide sustituirla, asumiendo la nueva regencia.

Regencia de Espartero (1840-1843)

Aunque se esperaba que Espartero gobernara con los progresistas, su mandato se caracterizó por un estilo muy personalista. Los moderados, en su contra, protagonizan varios pronunciamientos. Su intento de establecer el librecambismo en España provoca motines y una grave crisis industrial, especialmente en Cataluña.

La represión forzosa de estas revueltas provoca un pronunciamiento militar de los moderados, liderado por el general Ramón María Narváez, que culmina con la caída de Espartero y su exilio.

La Década Moderada (1844-1854)

Con la caída de Espartero, Narváez asume el liderazgo, buscando imponer el orden y el centralismo. Se pone fin a las regencias e Isabel II es proclamada reina a la edad de 14 años. Para asegurar la sucesión y la estabilidad del trono, Narváez concierta el matrimonio de Isabel con su primo, Francisco de Asís de Borbón.

Durante este periodo, se promulga una nueva Constitución en 1845, de corte conservador. Se llevan a cabo importantes reformas en la administración del Estado, la Hacienda, la enseñanza y el orden público. También se produce un acercamiento entre el Estado y la Iglesia, culminando en el Concordato de 1851.

El periodo se ve marcado por problemas de corrupción y el apoyo incondicional de la Corona a los moderados, lo que genera un creciente descontento entre los progresistas. Ante esta situación, el general Leopoldo O'Donnell protagoniza un levantamiento. Aunque inicialmente no tiene éxito, O'Donnell, consciente de la situación y de su menor pericia política, encarga a Antonio Cánovas del Castillo la redacción de un manifiesto. Finalmente, el levantamiento triunfa, logrando la caída de Narváez y el fin de la Década Moderada.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Durante este breve periodo, gobiernan conjuntamente O'Donnell y Espartero. Se redacta una Constitución (la non nata de 1856) que, sin embargo, no llega a entrar en vigor. Se lleva a cabo la Desamortización de Madoz, que afecta a bienes municipales y del Estado, y se promueve activamente la construcción de ferrocarriles, financiada en parte por dicha desamortización.

En 1856, se producen nuevas revueltas sociales y políticas. O'Donnell, aprovechando la inestabilidad, da un golpe de Estado, derrocando a Espartero y poniendo fin al Bienio Progresista.

Gobiernos de la Unión Liberal (1856-1868)

Este periodo se caracteriza por la alternancia en el poder entre la Unión Liberal de O'Donnell y los moderados de Narváez, utilizando la Constitución de 1845. El periodo se divide en dos fases:

  • Hasta 1863: Se caracteriza por una relativa estabilidad política y una notable prosperidad económica. España interviene activamente en política exterior, defendiendo intereses nacionales y buscando prestigio internacional (expediciones a Cochinchina, México, Marruecos).
  • Después de 1863: La oposición crece y el descontento social se acentúa. Se produce un pronunciamiento militar fallido (el Cuartel de San Gil en 1866), seguido de una fuerte depresión económica. Estos acontecimientos provocan la destitución de O'Donnell y dejan a la reina sin apoyos significativos.

La muerte de figuras clave como O'Donnell (1867) y Narváez (1868), sumada a una grave crisis económica y numerosas revueltas populares, debilita aún más la monarquía. Los partidos políticos de la oposición, incluyendo progresistas y demócratas, se unen con el objetivo de derrocar a Isabel II, firmando el Pacto de Ostende en 1866. Finalmente, un pronunciamiento militar en septiembre de 1868, conocido como La Gloriosa, fuerza a Isabel II a marchar al exilio, poniendo fin a su reinado y dando paso al Sexenio Democrático.

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