El Reinado de Isabel II y el Conflicto Carlista: Orígenes y Desarrollo de la Primera Guerra Civil Española
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Orígenes del Conflicto Sucesorio y el Carlismo
El origen del conflicto se remonta al reinado de Fernando VII. Los radicales absolutistas formaron un partido en torno al futuro heredero, Carlos María Isidro de Borbón. Sin embargo, en 1830, Fernando VII tuvo una hija, Isabel. Los partidarios de Carlos ya estaban bien definidos, así que la reina regente, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, acudió a los liberales moderados en busca de apoyo. Ambos bandos se creían con legítimos derechos debido a la confusión legal: la Ley Sálica de los Borbones no permitía el acceso al trono a las mujeres, pero Carlos IV la había modificado en 1789 con la Pragmática Sanción. No obstante, esta no fue publicada en su momento, por lo que no entró en vigor hasta que fue establecida en 1832 por Fernando VII. A su muerte en 1833, Isabel fue reconocida como reina, pero los carlistas no aceptaron la situación e iniciaron una guerra civil.
Ideología y Apoyos del Carlismo
El carlismo triunfó en zonas rurales, especialmente en el norte, debido a la defensa de los fueros y a su rechazo a los cambios que se habían producido en España tras la entrada de los ideales ilustrados, la invasión napoleónica y la Revolución Liberal de Cádiz. Por ello, buscaba la vuelta del Antiguo Régimen. La Iglesia apoyó al carlismo, ya que veía en él la oportunidad de no perder su poder e influencia.
La Cuestión Foral: Un Elemento Clave
Por otro lado, estaba el problema de los fueros, conocido como la cuestión foral. Tras la Guerra de Sucesión, Aragón y Cataluña habían perdido sus fueros por los Decretos de Nueva Planta, pero el País Vasco y Navarra los habían conservado por el apoyo mostrado al candidato Borbón en dicho conflicto.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
Desarrollo y Protagonistas
La Primera Guerra Carlista (1833-1840) se desarrolló principalmente en el norte de España. En ella, el bando cristino (partidarios de Isabel II) tuvo el respaldo de moderados, reformistas y liberales, y contó con el apoyo, desde 1834, de la Cuádruple Alianza (formada por Reino Unido, Francia, Portugal y la propia España). El gobierno isabelino, carente de recursos, no pudo enviar un buen ejército al norte con rapidez. El dirigente carlista Tomás de Zumalacárregui adiestró un ejército de 20.000 hombres que acosó a las tropas isabelinas con constantes emboscadas. En 1835, Zumalacárregui controlaba la mayor parte de las provincias vascongadas, y don Carlos le ordenó tomar Bilbao. Comenzaron con éxito, venciendo al general Baldomero Espartero, pero poco después Zumalacárregui fue alcanzado por una bala y el bando carlista quedó así sin su mejor general. El sitio de Bilbao fue levantado, y durante dos años la guerra estuvo equilibrada.
La Expedición Real (1837)
Para salir de esta situación de estancamiento, Carlos decidió emprender la Expedición Real (1837) con el objetivo de salir del norte y tomar Madrid. Sin embargo, fracasaron en su intento y tuvieron que volver al norte.