El Reinado de Isabel II y la Consolidación del Liberalismo en España

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La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

Durante el reinado de Isabel II culminó el paso del Antiguo Régimen al liberalismo, con una monarquía constitucional. Gracias al triunfo en la Primera Guerra Carlista, causada por un conflicto sucesorio y un enfrentamiento ideológico. Enfrentaba a los carlistas, defensores del Antiguo Régimen con Carlos María Isidro, y a los isabelinos, más liberales. Al morir Fernando VII se formaron partidas carlistas, que llevaban a cabo guerrillas a favor de Carlos María Isidro, que no tuvieron mucho éxito, salvo en el Maestrazgo, País Vasco o Cataluña. Llevan la iniciativa gracias a Zumalacárregui, muerto en Bilbao en 1835, pero los isabelinos, liderados por Espartero, eran superiores. Los carlistas se dividieron en intransigentes (seguir la guerra) y transaccionistas, liderados por Maroto (acuerdos). Maroto y Espartero firmaron el Convenio de Vergara, que ponía fin a la guerra, salvo en el Maestrazgo. Elevados costes humanos, monarquía liberal, apuros fiscales (desamortización de Mendizábal). La Segunda Guerra Carlista (1846-1849), iniciada por el hijo de Carlos María Isidro, no tuvo tanto impacto como la primera.

La Regencia (1833-1843)

El periodo de regencias fue importante para la implantación del liberalismo en España. Durante la minoría de edad de la reina, su madre, María Cristina, actuó como regente (1833-1840). El Estatuto Real de 1834 fue una carta otorgada que dividía las Cortes en dos cámaras, una designada por el rey y otra por sufragio censitario. Se realizó la división provincial y se liberalizó el comercio. Las revueltas y el levantamiento de la Granja llevaron a los progresistas al poder, iniciando un proceso de modernización con Mendizábal y la constitución de ese mismo año.

Las Cortes

Las Cortes eran bicamerales: un Senado de designación real y un Congreso de Diputados por sufragio censitario amplio. Un movimiento progresista contra la Ley de Ayuntamientos desplazó a María Cristina por Espartero (1840-1843). El bombardeo de Barcelona por Espartero lo llevó al exilio.

La Década Moderada (1844-1854)

Para conseguir un nuevo rey, se declaró mayor de edad a Isabel II y los moderados tomaron el poder en la Década Moderada (1844-1854). Narváez construyó un nuevo Estado liberal conservador y centralista, elaborando la Constitución moderada de 1845. La Corona contaba con amplios poderes, las Cortes eran bicamerales y el Estado confesional. Con el Concordato con la Santa Sede se acercaron a la Iglesia. Se aprobaron diferentes leyes: Ley de Monarquía, nuevo Código Penal, Ley de Administración Local y la creación de la Guardia Civil en 1844.

El Bienio Progresista (1854-1856)

El pronunciamiento de O'Donnell en la Vicalvarada de 1854 fue acompañado del Manifiesto de Manzanares y revueltas que llevaron a formar un gobierno con Espartero y O'Donnell. En el Bienio Progresista (1854-1856), se elaboró la Constitución de 1856, llamada non nata porque no llegó a promulgarse. Supuso un nuevo impulso económico liberal y al desarrollo capitalista, con la Ley de Desamortización Civil de Madoz de 1855, la Ley de Ferrocarriles de 1855 y las leyes bancarias de 1856. Un conflicto social provocó la dimisión de Espartero y O'Donnell, restaurando el régimen moderado. Se permitió la alternancia en el poder de moderados y unionistas.

El Pacto de Ostende (1866)

Durante la Unión Liberal (1858-1864) se realizaron intervenciones militares en el exterior fallidas, y la política conservadora y autoritaria de los moderados llevaron al Pacto de Ostende de 1866 entre progresistas, demócratas y unionistas, lo que provocó el exilio de Isabel II a Francia en 1868.

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