El Reinado de Isabel II: Moderados, Progresistas y la Crisis Final

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Década Moderada (1844-1854)

Tras la caída de Espartero y la mayoría de edad de Isabel II, los moderados accedieron al poder. Narváez impulsó una política basada en los principios del liberalismo moderado, recogido en la Constitución de 1845.

Los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad política al Estado. Durante 10 años se suceden numerosos gobiernos, pero actúan de manera arbitraria, manipulando las elecciones. El autoritarismo se agudizó durante el gobierno de Bravo Murillo, que suspendió indefinidamente las Cortes.

Esta situación propició el pronunciamiento del general O'Donnell, que permitió que los progresistas regresaran al poder y puso fin a 10 años de gobierno moderado.

Bienio Progresista (1854-1856)

En el pronunciamiento de Vicálvaro, a cuyo frente se colocó un moderado descontento, el general O'Donnell, que fundó un nuevo partido, la Unión Liberal. Los sublevados elaboran el Manifiesto de Manzanares, donde demandan el cumplimiento de la Constitución de 1845, la reforma de la ley electoral y la reducción de impuestos.

El nuevo gobierno intentó restaurar los principios del progresismo. El gobierno progresista reanudó la obra desamortizadora con la nueva Ley Desamortizadora de Madoz y la Ley General de Ferrocarriles.

Las medidas reformistas no remediaron la crisis económica, que generó un clima de conflictividad social. Espartero dimitió y la reina confió el gobierno a O'Donnell.

Unión Liberal y Crisis (1856-1868)

O'Donnell da un giro en su política y se vuelve más conservador. O'Donnell y Narváez gobernaran, en diferentes momentos, durante los últimos años del reinado. Este giro se nota en que se adoptó de nuevo la Constitución moderada de 1845.

Se llevaron a cabo tres campañas militares: la expedición a Indochina, la intervención en México y las campañas militares en Marruecos.

En 1863, se produce la caída de O'Donnell. En 1866, los partidos demócratas, republicanos y progresistas firman el Pacto de Ostende, acordando derrocar a Isabel II y convocar Cortes Constituyentes por sufragio universal. Finalmente, la Revolución de 1868 pone fin al reinado de Isabel II.

Por otra parte, el prestigio que adquirieron los militares durante el reinado isabelino, les confirió un papel político destacado.

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