El Reinado de Isabel II: Transición, Conflictos y Evolución Política en España

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El reinado de Isabel II marca la transición de una monarquía absoluta a un estado burgués parlamentario en España. Este periodo se caracteriza por su complejidad, incluyendo dos regencias, las Guerras Carlistas, la promulgación de cuatro constituciones y continuos levantamientos revolucionarios.

La Crisis Sucesoria y la Primera Guerra Carlista (1833-1840)

En 1830, se desencadenó una crisis sucesoria. Fernando VII, sin descendencia hasta entonces, contrajo matrimonio con María Cristina de Borbón, quien quedó embarazada. Para asegurar la sucesión, Fernando VII publicó la Pragmática Sanción, anulando la Ley Sálica y restableciendo la línea de sucesión femenina.

Los partidarios de Don Carlos, hermano del rey, consideraron ilegal esta medida. Tras el nacimiento de la princesa Isabel, el conflicto quedó abierto. A la muerte de Fernando VII, la reina María Cristina asumió la regencia, dando inicio a la Primera Guerra Carlista (1833-1840), un enfrentamiento entre el absolutismo y el liberalismo.

  • Los carlistas, defensores de Carlos V como legítimo sucesor, se concentraban principalmente en zonas rurales.
  • Los liberales, con base en núcleos urbanos, contaban con el apoyo de las clases medias ilustradas y la burguesía.

Fases de la Primera Guerra Carlista

  1. Primera fase: Marcada por los triunfos carlistas del general Zumalacárregui. Su muerte supuso un duro golpe para los carlistas.
  2. Segunda fase: Caracterizada por el fracaso carlista tras su intento de tomar Madrid.
  3. Tercera fase: Culminó con la firma del Convenio de Vergara (1839) entre el general isabelino Espartero y el general carlista Maroto, sellando la derrota carlista. Este convenio implicó la aceptación de la princesa Isabel como futura reina de España.

Las Guerras Carlistas Posteriores

Más tarde, Carlos se exilió a Francia y cedió sus derechos a su hijo Carlos Luis, dando inicio a la Segunda Guerra Carlista, en la que los carlistas fueron nuevamente vencidos. Años después, tras la caída de Isabel II y la llegada de Amadeo I de Saboya, se produjo la Tercera Guerra Carlista, con otra derrota carlista.

La Regencia de María Cristina y la Evolución del Liberalismo

María Cristina gobernó durante la minoría de edad de Isabel II. Aunque no era liberal, la necesidad de apoyos la llevó a pactar con los liberales moderados, cediendo la jefatura de gobierno a Martínez de la Rosa.

A partir de 1837, el liberalismo se consolidó con dos corrientes principales: moderados y progresistas. De la división de los progresistas surgieron el Partido Demócrata y el Partido Republicano. Una escisión de los moderados dio origen a la Unión Liberal, que atrajo a los sectores más conservadores del progresismo.

Los ataques carlistas y el descontento de los liberales progresistas ante el Estatuto Real provocaron movimientos revolucionarios contra el gobierno de Martínez de la Rosa.

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