La relación entre nuestras representaciones y la realidad externa en la filosofía moderna
Clasificado en Filosofía y ética
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C.FILO
Descartes inaugura la Modernidad con el concepto de sujeto. En general, se diferencia de la filosofía antigua y medieval en lo que constituye un problema fundamental de la filosofía moderna, el de la relación entre nuestras representaciones y la realidad externa, pues ya no se piensa, como en la filosofía antigua y medieval, que conocemos la realidad directamente, sino indirectamente, a través de nuestras representaciones. Ya en la Edad Moderna, el Racionalismo y el Empirismo polemizaron en torno a este problema de la capacidad de entendimiento para conocer la realidad. Puesto que el sujeto no conoce la realidad directamente, solo puede acceder a ella por dos caminos: la razón o los sentidos. Los racionalistas afirmarán que es la razón la vía correcta y desecharán los sentidos como fuentes engañosas, y los empiristas sostendrán que todo conocimiento comienza y se justifica por la experiencia. En este sentido, mantuvieron una fuerte polémica en torno a la existencia de las ideas innatas. Estas son imposibles para los empiristas, pero imprescindibles para los racionalistas. El sujeto pensante cartesiano solo puede salir de sí mismo a partir de la idea innata de infinito. Los principales filósofos racionalistas son Blas Pascal, Spinoza, Leibniz y Malebranche. Los filósofos empiristas más importantes son Francis Bacon, J. Locke y D. Hume. La Ilustración, con su idea de progreso, tiene en común con Descartes la confianza en la razón, el rechazo de la tradición y la autoridad, el intento de unificar todas las ciencias conocidas. De esta forma, el hombre intenta salir de su minoría de edad usando la razón y mirando al futuro. Rousseau afirmará que el hombre es bueno por naturaleza, que es la sociedad quien le corrompe. Kant llevará a cabo una síntesis entre racionalismo y empirismo al defender que sí podemos alcanzar un conocimiento universal y necesario, pero que no podemos conocer la realidad en sí, porque en ese conocimiento intervienen dos elementos: una realidad que nos afecta y ciertos elementos que aporta el sujeto. El conocimiento debe empezar siempre con la experiencia y la sensibilidad, pero no se reduce a ella, porque el sujeto añade ciertos elementos. De este modo, queda fuera del ámbito del conocimiento aquello que está más allá de la experiencia, como sucede con los elementos tradicionales de la metafísica: dios, alma, mundo. Estos no pueden ser objeto de conocimiento científico, pero son el fundamento del ámbito práctico.