Relativismo Moral vs. Ética: La Búsqueda de la Verdad en un Mundo Subjetivo
Clasificado en Filosofía y ética
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El Relativismo Moral: ¿Un Camino hacia el Caos?
Si existiera una verdad universal e inmutable, la ética no sería un problema. Sin embargo, la realidad nos muestra que esta verdad no es evidente. La dificultad reside en aquellos que optan por la facilidad de los extremos. Por un lado, el dogmatismo, con sus verdades incuestionables, encuentra su máxima expresión en el fundamentalismo. En el otro extremo, se encuentra el relativismo ético, donde la verdad se diluye y solo queda la conveniencia individual.
Cuando una sociedad carece de un marco moral sólido, de principios universalmente válidos, las conveniencias individuales pueden conducir al caos. Si todo es relativo y la subjetividad define el bien, nos convertimos en islas aisladas, relacionándonos únicamente desde el poder y el beneficio propio. Es el reino del egocentrismo, del solipsismo más puro.
Protágoras y el Surgimiento del Relativismo
Con la aparición de los sofistas, maestros de la retórica y el conocimiento enciclopédico, se cuestiona la sabiduría tradicional. Estos pensadores, como Protágoras, se centraban en un saber práctico y cercano al hombre, preparando a los jóvenes para la vida pública. Dominaban el arte de la dialéctica, la capacidad de persuadir a través del discurso, sin importar la veracidad del argumento.
El pensamiento sofista parte de la crítica a lo establecido. Protágoras afirmaba que “el hombre es la medida de todas las cosas”. Es decir, no existe una realidad objetiva, sino que cada individuo construye su propia verdad.
Consecuencias del Relativismo Moral
Si adoptamos esta visión, conceptos como la justicia, el bien o cualquier otro valor moral, pierden su carácter universal. Lo justo o bueno sería aquello que cada individuo percibe como tal.
Ética y Moral: Dos Caras de una Misma Moneda
En la actualidad, la moral se entiende como un conjunto de hábitos y normas que guían nuestras acciones hacia el bien o el mal. Reconocemos la dificultad inherente al ser humano para alcanzar la verdad absoluta y fundamentar en ella sus decisiones morales. Sin embargo, esta dificultad no debe llevarnos a negar la existencia de la verdad, como hicieron los sofistas.
La palabra ética proviene del griego “ethos”, que significa “estancia” o “lugar donde se habita”. Aristóteles la definió como “manera de ser” o “carácter”, una segunda naturaleza que se adquiere, a diferencia de la naturaleza biológica. Esta concepción implica que podemos moldear y construir nuestro propio ethos.
¿Cómo se Forma el Ethos?
El ethos se forja a través de la creación de hábitos, los cuales se adquieren mediante la repetición de actos. Nuestro carácter, entonces, estaría configurado por un conjunto de hábitos que nos llevan a actuar de determinada manera.
La palabra moral, por su parte, proviene del latín “moralis” y significa “costumbre”. Para los romanos, las costumbres también se desarrollaban a partir de la repetición de actos. Con el tiempo, el término “moralis” se aplicó a las normas específicas que regulan las acciones.
Diferencias y Complementación entre Ética y Moral
Aunque etimológicamente ética y moral son muy similares, hoy en día se reconoce una diferencia fundamental. La moral se refiere al conjunto de juicios sobre el bien y el mal que guían nuestra conducta. Estos juicios se concretan en normas que regulan nuestras acciones cotidianas. La moral nos plantea preguntas sobre cómo vivir una vida plena, con libertad y responsabilidad.
La ética, en cambio, es la reflexión filosófica sobre la moral. Se pregunta por qué consideramos ciertos comportamientos como buenos o malos, compara diferentes códigos morales buscando su fundamento e investiga la esencia del comportamiento moral. La ética busca justificar aquello por lo que vale la pena vivir.
En resumen, la moral nos proporciona las pautas para la vida diaria, mientras que la ética reflexiona sobre el origen y la justificación de esas pautas. Aunque son distinguibles, ambas son complementarias. Los principios éticos moldean el comportamiento moral, y este, a su vez, puede influir en la evolución de los propios principios éticos.