Relatos Íntimos: Viento, Promesas y Secretos Revelados

Clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 2,82 KB

1. La Parte Interior del Viento

Yo también me acordé de Manasía Bukur y de su historia. Él me reconoció a mí entre tanta gente que había llegado para oírle. Después del concierto me fueron a buscar y me llevaron a donde estaba él (junto a él). Actuaba bajo nombre y pelo ajenos, pero lo que encontré debajo de la peluca apenas se parecía a su bello rostro de antes. Sin embargo, esos ojos suyos pestañeaban (parpadeaban) aún todavía como entonces. “Ya no aguanto más de pie. Vamos a algún lugar a sentarnos y a tomar una cerveza”, le dije. “¿Qué ya no aguantas más de pie? Yo no aguanto más tumbado, amigo mío”, replicó bruscamente. “No aguanto más, estoy harto.” Pasamos la calle esa noche cubierta de paja para que el tráfico (la circulación) no molestara al auditorio en la sala y nos sentamos como entonces a pedir cerveza. “Te necesito (me haces falta)”, dijo en cuanto se sentó y yo vi que ya no tenía las uñas pintadas. “Pero tú sabes que yo ya no toco.” “Lo sé, precisamente por eso. Lo que yo necesito es tu ocupación actual y no la de antes.“ Me sorprendí y me estremecí al oír estas palabras. Me contó lo que le agobiaba solamente después de haberle prometido mis servicios profesionales. Y yo, escuchándole, me enteré de la historia que desde hace tiempo ya sabía mejor que él.

2. Los Prometidos

De pronto el chico se dio cuenta de que su padre sabía “eso”. Pero de todo eso lo que más dolor le causó (daño le hizo) fue que su madre le hubiera traicionado. Le había prometido que no le diría nada a su padre. Y así fue como sucedió todo. “¿No se lo has dicho, verdad?”, preguntó él. “No se lo he dicho”, dijo Ana. “Te juro (por Dios) que no.” “Si no le dices nada, no iré a San Francisco. Ni a Montenegro.” “No se lo diré”, repitió Ana. En seguida (en eso) llegó su madre y empezó a llamarlo. Andreas enjugó sus ojos, tomó aliento y salió del escondite. Después le susurró a Ana: “Vale, solo no digas nada de eso.” Pero su madre siempre se daba cuenta cuando él había llorado (siempre que él lloraba su madre se daba cuenta). “¿Por qué ha llorado mi niño?”, preguntó su madre. “No he llorado”, dijo él y entonces se echó a llorar. Porque pensó en cómo se sentiría su madre si él se hubiera escapado de casa. Ana quiso ayudarle: “Quería huir otra vez a San Francisco. O a Montenegro, a casa de su abuelo.” Ahora tuvo que reconocer que había llorado. Y decir por qué había llorado. Solamente dijo lo que había que decir: se había estado escondiendo en el establo con Julia y por eso Farkas le había tomado el pelo. Entonces él le había dado una bofetada. Estaba convencido de que su madre se lo había creído y de que Ana no le había dicho nada de que se había prometido con Julia y todo lo demás.

Entradas relacionadas: