Renacimiento y Barroco: Eras de Profunda Transformación en Europa

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Renacimiento

Surge en Italia un siglo antes y desde allí se extiende al resto de Europa. Es un movimiento cultural que renovó (era su intención) por completo el pensamiento y el arte.

La sociedad observó el crecimiento de las ciudades, el desplazamiento de comercio, dinero, arte y personas a los nuevos núcleos urbanos. La burguesía se afianzó ya como nueva clase social.

La expansión territorial y las nuevas rutas comerciales repercutieron en su crecimiento y enriquecimiento.

La renovación de la política supuso una nueva forma de gobierno y, junto a Inglaterra y Francia, España se consolidó como una monarquía absolutista. Nuevas corrientes filosóficas e intelectuales se expandieron, trayendo consigo cambios de pensamiento:

Antropocentrismo

En contraposición a la idea medieval teocentrista, se defendió que el ser humano es el centro de todo. Posee la capacidad de elegir y es dueño de sus decisiones. La imagen más conocida e ilustrativa de este cambio es el Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci.

Neoplatonismo

Retomó la doctrina de Platón y abandonó el escolasticismo propio de la Edad Media. Aportó una visión idealizada del mundo, en un intento de plasmar la belleza inalcanzable del mundo de las ideas.

Humanismo

Movimiento cultural (musical, literario, pictórico, etc.) que exalta los valores y virtudes del mundo antiguo, específicamente de las civilizaciones griega y romana. Se buscó aprender e imitar a los clásicos, para lo cual se buscaron modelos y se tradujeron numerosas obras.

Una de las principales preocupaciones de los humanistas fue la transmisión del conocimiento y la mejora de la educación.

Barroco

Se puede definir por oposición al Renacimiento, especialmente en el ámbito artístico. Se abandona el clasicismo y se da paso a una ornamentación más cargada y a una mayor expresividad en la figura humana, que ya no se concibe como único objeto de estudio o centro de todo.

El siglo XVII estuvo marcado por una profunda crisis social, religiosa y política.

En 1517, Lutero inició la Reforma, fracturando de manera irremediable a la Iglesia Católica, que vio cómo el protestantismo se difundía por Europa de la mano de este y otros pensadores, como Calvino o Erasmo. En un intento de frenar este avance, se reunió el Concilio de Trento y comenzó la Contrarreforma.

Como herramienta de terror y control, se creó el Tribunal del Santo Oficio y la Inquisición mantuvo al pueblo en un estado de permanente terror.

Esta religiosidad, el temor al castigo y el intento de evitar cualquier relación con la herejía o con otra religión (especialmente la judía), produjeron una exaltación del honor, entendido como la pureza de sangre. Esta honra sería una constante en la literatura.

Se instaló un pensamiento más pesimista y una sensación de desengaño.

Pese a todo, fue un magnífico siglo para la pintura, la música y la literatura española.

No hubo un gran progreso de la burguesía como clase, y todo el poder estuvo acaparado por la nobleza y el clero.

Tres monarcas se sucedieron en el trono y delegaron su poder en sus hombres de confianza, sus validos. Esta dejadez y las continuas guerras llevaron al Estado a una situación financiera muy crítica.

Fue, además, el fin de la dinastía de los Austrias en el trono español. El prestigio del país en Europa se perdió y su hegemonía fue decayendo.

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