René Descartes: Fundamentos del Racionalismo y la Búsqueda de la Verdad Filosófica
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René Descartes: Padre de la Filosofía Moderna
René Descartes, considerado el padre de la filosofía moderna, nació en Francia en 1596. El siglo XVII fue una época marcada por las conflictivas relaciones entre católicos y protestantes en el Viejo Continente. En este contexto, los jesuitas regresan a Francia, y es allí donde Descartes recibe una formación neoaristotélica y escolástica, con la notable excepción de las matemáticas.
Durante el siglo XVII, Descartes se alista en el ejército holandés y posteriormente sirve en el ejército de Maximiliano de Baviera. Es en ese período cuando nuestro autor descubre “los principios de la ciencia admirable” y decide dedicar su vida al saber. Abandona la vida militar y se traslada a vivir a París. Descartes, lamentablemente, morirá antes de poder trazar una ética racional completa.
Durante su estancia en París, Descartes frecuentó los círculos más cultivados de la ciudad. Posteriormente, se trasladó a Holanda en busca de tranquilidad. Hacia 1643, las polémicas contra Descartes arrecian; cansado de esta situación, acepta la invitación de la reina Cristina de Suecia y se traslada a ese país. En 1650, muere allí, víctima de la pulmonía.
El Método Cartesiano: Búsqueda del Conocimiento Verdadero
La regla fundamental para Descartes será la búsqueda de un método basado en cuatro principios esenciales:
- La Evidencia: Aceptar solo aquello que se presenta a la mente de forma clara y distinta, sin posibilidad de duda.
- El Análisis: Dividir los problemas complejos en tantas partes simples como sea posible para su mejor resolución.
- La Síntesis Deductiva: Conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender gradualmente al conocimiento de los más complejos.
- La Revisión: Realizar recuentos y revisiones generales para asegurarse de no haber omitido nada.
El conocimiento verdadero, según Descartes, es aquel que, habiendo pasado por este método, cumple rigurosamente las cuatro reglas.
El Discurso del Método: Un Camino Hacia la Certeza
El texto que se comenta pertenece a una de las obras más importantes de la filosofía: se trata del Discurso del Método de Descartes. Según el contenido de este texto, podemos dividirlo en dos partes claramente diferenciadas.
En primer lugar, el texto nos introduce al llamado método. Según Descartes, este método posee una gran facilidad para resolver todas las cuestiones tratadas por las ciencias, siendo el camino para alcanzar el conocimiento cierto. El problema que Descartes percibía era la diversidad de temas existentes, y él buscaba unificarlos, partiendo de la base de la unidad de la razón. Si la razón es una, por más que después pueda aplicarse al estudio de objetos diversos, debe haber una única forma correcta de utilizarla: un método común para todas las ciencias.
El método se estructura en las cuatro reglas mencionadas y se apoya en dos mecanismos mentales fundamentales:
- Intuición: El primer mecanismo, la intuición, se relaciona directamente con la evidencia, la primera regla. Es una especie de luz natural que permite a la razón captar inmediatamente las ideas simples sin que haya posibilidad de duda o error.
- Deducción: En el segundo mecanismo nos encontramos con la deducción, donde se encuentran la segunda, tercera y cuarta regla. La deducción es el modo de conocimiento por el que la razón descubre las conexiones que se dan entre las ideas simples.
La Duda Metódica y el "Cogito, Ergo Sum"
Para establecer un conocimiento indudable, Descartes plantea tres niveles de duda:
- La Duda de los Sentidos: Los sentidos tienen contacto con la experiencia, por lo que nos pueden engañar.
- La Duda del Sueño: El sueño también nos puede llevar a error, ya que no podemos fiarnos de la experiencia del propio cuerpo, pues a menudo confundimos la vigilia con el sueño.
- La Hipótesis del Genio Maligno: Por último, Descartes introduce la hipótesis de un genio maligno. Según esta hipótesis, en lugar de un Dios todopoderoso y bondadoso, el universo estaría ocupado por un genio igualmente poderoso, pero maligno, que se dedicaría a engañarnos en todo.
De esta duda radical surge la primera evidencia indudable de Descartes: "Pienso, luego existo" (Cogito, ergo sum). Si pienso, es porque existo y poseo una sustancia pensante (el alma o mente). Al poseer esta sustancia pensante, se infiere la existencia de la sustancia extensa, que es el cuerpo. Y por encima de nosotros y de estas sustancias, se encuentra la sustancia infinita, que es Dios.
Por lo tanto, llegamos a la conclusión, como se menciona al final del texto, de que obtenemos un conocimiento verdadero de aquello que ha pasado por el método y de lo que sabemos que es cierto.