René Descartes: El Nacimiento del Racionalismo y la Filosofía Moderna
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Contextualización de la Obra de René Descartes
El Discurso del Método: Obra y Estructura
El texto pertenece a la cuarta parte de la obra de Descartes (1596-1650), Discurso del Método. El hecho de que estuviese escrito en lengua francesa rompía con la tradición que hacía del latín la lengua culta. Descartes pretendía con ello hacer una obra que fuese accesible a todo el mundo.
Descartes se percató de la necesidad de una reforma del entendimiento para que la Nueva Ciencia, que se basaba en las matemáticas, pudiera triunfar. Para llevar a cabo esta reforma, creó un método basado en las matemáticas. Defendía la ruptura con el mundo medieval y la necesidad de fomentar la investigación libre. El Discurso del Método es, por tanto, una de las primeras obras fundamentales de la filosofía moderna.
El propio René Descartes divide su Discurso en seis partes. La cuarta parte, de la que nos acabamos de ocupar, es el capítulo central de la obra. A partir del célebre aforismo «Pienso, luego existo», Descartes establece la existencia de Dios, la cual garantiza la evidencia de nuestras ideas y la existencia del mundo, puesto que Dios, al ser infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que nos engañemos. Sin embargo, Descartes afirma que es nuestro deber, y no el de Dios, liberarnos de las ilusiones y evitar los errores.
Otras Obras Relevantes del Autor
Del problema del método ya se había ocupado Descartes a partir del año 1628, cuando comenzó a redactar su obra Reglas para la dirección del espíritu, en la que sostiene que los dos actos de pensamiento por los cuales se alcanza la verdad son la intuición y la deducción. En 1633, comenzó a escribir su Tratado del Mundo, donde aceptaba la hipótesis copernicana sobre el movimiento de la Tierra. Descartes rehusó publicar esta obra para no entrar en conflicto con la Iglesia, ya que esta condenó en 1628 a Galileo por defender la misma tesis. Entre sus obras más conocidas, podemos citar las Meditaciones metafísicas, los Principios de la filosofía (una serie de artículos que pretenden sustituir las enseñanzas aristotélicas) o las ya mencionadas Reglas para la dirección del espíritu.
El Lugar de Descartes en la Historia de la Filosofía y su Relación con Otros Pensadores
Al «encerrarse» en el Yo, Descartes llega al idealismo; según esta postura, no podemos conocer la realidad directamente, sino de forma indirecta a través de una «idea». Los idealistas se dividen en racionalistas y empiristas, según conciban esa idea como un concepto lógico-matemático o una imagen de la memoria elaborada a partir de la experiencia sensorial.
Descartes se perfila así como el fundador del movimiento filosófico llamado racionalismo, que será continuado por filósofos como Spinoza, Leibniz y Malebranche. Entre los empiristas, podemos citar a Bacon, Hobbes, Locke, Berkeley y Hume.
La Época de René Descartes: Un Contexto de Cambios
Nuestro autor es, además, el primer gran filósofo de la época moderna. Caracterizada por el auge de las ciencias al margen de la filosofía, con el peligro de una cierta dispersión de los saberes (de ahí el reto intelectual de Descartes de unificar el conocimiento humano fundamentando las distintas ciencias en la filosofía), esta época se recuerda como uno de los momentos más turbulentos de la historia europea. En ella, las monarquías absolutistas (España y Francia) luchaban entre sí por la hegemonía política, marcadas por las guerras de religión entre protestantes y católicos. La filosofía escolástica perdía fuerza creativa.
Mientras, la Nueva Ciencia provocaba el hundimiento de la imagen aristotélica del mundo. El desarrollo de la ciencia chocó con la Iglesia: la Inquisición seguía dictando la ortodoxia religiosa e intervenía en cuestiones científicas. Sin embargo, a pesar de la censura eclesiástica, la Nueva Ciencia se iba abriendo paso en los países no católicos. Pero la reacción no perdonó a Descartes. Sus libros fueron puestos en el Índice de Libros Prohibidos, ya que la división cartesiana radical entre mente y materia alteraba los conceptos religiosos tradicionales y la forma en que los occidentales se veían a sí mismos.