René Descartes: Racionalismo, Duda Metódica y la Construcción del Conocimiento
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René Descartes: El Fundamento del Conocimiento y la Existencia
René Descartes fue un filósofo y matemático del siglo XVII que destacó por su obra El Discurso del Método, donde exponía la necesidad de crear un método (basado en una idea matemática) aplicable a cualquier disciplina. Argumentaba que, al contrario que las matemáticas, la filosofía había construido una casa sin cimientos al tratar de dar respuestas sin seguir ningún procedimiento concreto. Esta es la razón que impulsa a Descartes a crear este método.
El Método Cartesiano y la Duda Metódica
El método cartesiano tiene un carácter intuitivo, es decir, la verdad a la que quiere llegar tiene que ser clara y evidente para que pueda ser alcanzada por medio de la intuición y no del intelecto.
Descartes utilizaba en su método la duda metódica para extraer estas verdades universales e innegables. Defendía su uso para desechar las hipótesis de duda, que incluían:
- La existencia de un genio maligno.
- La confusión de la vigilia con el sueño.
- El engaño de los sentidos.
Mientras realizaba estas deducciones, se dio cuenta de que había algo de lo que no podía dudar. Esta primera verdad es que existimos y estamos pensando: "Pienso, luego existo" (Cogito, ergo sum). Pues, aunque estemos pensando en algo falso, lo innegable es que estamos pensando y, por ende, que existimos.
El Yo Pensante y el Problema de la Realidad Extramental
Descartes ya había alcanzado la idea del yo, que es además un yo que piensa, como primera verdad universal de la que debía extraer el resto de verdades. Pero, ¿cómo demostrar la existencia de una realidad extramental partiendo únicamente de la existencia del pensamiento? La respuesta reside en su teoría de las ideas.
La Teoría Cartesiana de las Ideas
La idea para Descartes es algo bien distinto a lo que, por ejemplo, Platón concebía, siendo para este último la esencia que hacía que las cosas fueran lo que son. Descartes, en cambio, se refiere a la idea en dos sentidos:
- En cuanto a los actos mentales, es decir, los modos de pensamiento que no varían puesto que todos compartimos una misma razón.
- En cuanto a la imagen mental a la que se refiere cierta realidad objetiva; a esta segunda categoría la denomina "realidad objetiva de las ideas".
Descartes debe diferenciar entre distintos tipos de ideas, puesto que algunas necesitan de un contacto con el exterior y otras hacen referencia a la realidad mental. Ellas son:
Ideas Adventicias
Son aquellas que necesitan de la percepción sensible para obtenerlas; no provienen del pensamiento propio. Algún ejemplo podría ser la idea de la suavidad o del calor.
Ideas Facticias
Son aquellas que se construyen en el propio pensamiento a partir de otras que sí se han percibido antes; son creadas por la imaginación. Como, por ejemplo, la idea de un unicornio, que es fruto de una construcción mental.
Tanto las ideas adventicias como las facticias son rechazadas por Descartes como fundamento del conocimiento indudable, al ser fruto de una realidad extramental y necesitar del contacto con el exterior por medio de los sentidos para existir, lo cual se opone al racionalismo cartesiano.
Ideas Innatas
Por último, las ideas innatas son las que están en nuestra razón de manera natural; no se necesita del exterior para poseerlas. Para Descartes, estas ideas son las que verdaderamente necesitamos, ya que son claras y evidentes y se pueden alcanzar, por tanto, por medio de la intuición.
Dios como Garantía del Conocimiento
Entre estas ideas innatas, Descartes estudia la idea de la perfección y la del infinito, puesto que estas ideas no las ha experimentado nadie y por ello no pueden ser adventicias ni facticias. Han de ser, por tanto, ideas innatas y, para dar explicación a esto, ha de relacionar estas ideas con una figura que las posea: Dios.
Dios, por tanto, es una figura infinita y perfecta que impone estas dos ideas en nosotros y hace que las mismas sean innatas. La idea de Dios es, por tanto, una idea innata.
A partir de este mismo momento, Dios se convierte en la garantía fundamental de toda la teoría de Descartes. Sin Él, no tendríamos certeza de la existencia de una realidad extramental, así como de las ideas innatas que este ser perfecto e infinito nos impone, ni de otros muchos puntos de la teoría de Descartes sustentados en Dios. Por tanto, el filósofo deberá demostrar su existencia para validar su tesis.