Represión, Oposición y Cultura bajo el Franquismo: Un Legado Histórico

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III. Represión, Oposición Política y el Papel de la Cultura en el Régimen Franquista

El régimen franquista mostró desde el comienzo una de sus características principales que no abandonó nunca: la represión contra los movimientos democráticos y de izquierda, frente a todos los valores de la República y ante cualquier manifestación nacionalista, sin dejar lugar a la reconciliación.

1. La Represión como Sistema

La represión se articuló mediante varias leyes: la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940), la Ley contra el Bandidaje y el Terrorismo (1958) y la Ley de Orden Público (1959). Según estas leyes, los delitos quedaban sometidos a la jurisdicción militar. Aunque muchos dirigentes partieron al exilio, miles fueron encarcelados por sus ideas políticas.
El franquismo aplicó la pena de muerte hasta el final. Además del "terror caliente", existió un "terror frío" centrado en la administración, docencia y cultura mediante depuraciones y delaciones. Decenas de miles de funcionarios fueron apartados de sus puestos.

2. La Oposición al Franquismo

a) Durante el Primer Franquismo (1939-1959)

En el interior, pequeños grupos del PCE, PSOE y CNT continuaron su actividad clandestina, lo que generó encarcelamientos y ejecuciones. Los monárquicos conspiraron contra Franco, destacando la carta de los tenientes generales en 1943 y el manifiesto del conde de Barcelona en 1945.

El maquis fue una guerrilla comunista que actuó entre 1944 y 1950, con apoyo local y de antiguos combatientes republicanos. Su acción más destacada fue la ocupación del valle de Arán. Fracasaron por el aislamiento, la represión y el rechazo de la población a revivir la guerra.

En los años 50, la oposición interior renunció a la violencia, se transformó social y generacionalmente y creció en universidades y sindicatos franquistas, dando origen a Comisiones Obreras. Las huelgas, aunque ilegales, eran frecuentes.

En el exterior, muchos políticos republicanos partieron al exilio y trataron de mantener vivas las instituciones republicanas. En 1945, en México, se reunieron las Cortes republicanas y eligieron presidente en el exilio a Diego Martínez Barrio. Sin embargo, la desunión y dispersión limitaron su eficacia.

b) Durante el Segundo Franquismo (1959-1975)

En 1962, el Congreso del Movimiento Europeo en Múnich reunió a opositores del interior y exterior. Pidieron que España no fuera aceptada en la Comunidad Económica Europea hasta que se democratizara. Franco calificó el encuentro como el “contubernio de Múnich” y reprimió a los asistentes.

Durante los años 60 y primeros 70, la oposición se fortaleció y se extendió a toda la sociedad. Destacó la oposición nacionalista en Cataluña y el País Vasco. Aumentaron las protestas laborales y estudiantiles, uniendo reivindicaciones económicas con demandas políticas.

El PCE, liderado por Santiago Carrillo, y el PSOE, renovado por Felipe González desde 1974, se consolidaron como principales partidos clandestinos. Se crearon instituciones unitarias como la Junta Democrática (1974, PCE) y la Plataforma de Convergencia Democrática (1975, PSOE), que demostraban la unidad antifranquista. La sociedad esperaba la muerte de Franco para plantear una alternativa democrática.

3. El Papel de la Cultura

El final de la guerra supuso el fin de la Edad de Plata de la cultura española. Muchos intelectuales marcharon al exilio y la vida cultural entró en una etapa de "páramo cultural". El régimen impuso una estricta censura y controló toda publicación.

La prensa fue intervenida, se cerraron medios de izquierda y se promovieron periódicos afines al régimen. En la enseñanza, se depuraron maestros y se difundieron los valores del nuevo Estado: catolicismo, España imperial y culto a Franco. Gran parte del sistema educativo quedó en manos de la Iglesia.

Sin embargo, desde finales de los años 50 y durante los 60, el control cultural se fue debilitando. La Ley de Prensa de 1966 permitió nuevas editoriales y una crítica moderada al régimen. Se publicaron libros antes prohibidos.
Al final del franquismo, la cultura no oficial ganó terreno y se convirtió en una evidente derrota del régimen: de estar a su servicio, pasó a volverse en su contra.

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