Reproducción de los parásitos

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Para vencer estas defensas se requiere especialización: desarrollo de cubiertas externas resistentes, como en las bacterias y los hongos; formación de cutículas gruesas, como en la mayor parte de lombrices parásitas; desarrollo de quistes y cápsulas calcáreas y de ganchos o ventosas para adherirse a la pared intestinal y elaboración de enzimas que, al ser secretados, abren un paso a través de los tejidos del huésped.
La especialización del parásito implica también la selección de huéspedes específicos; los parásitos muy avanzados no pueden elegir un huésped al azar.
El parásito y el huésped evolucionan juntos.
Patogenicidad de los parásitos.
Inicialmente en la relación con el huésped, los parásitos tienden a ser muy patógenos, pero luego en la evolución de su coexistencia, tienden a coexistir, ya que de otra manera eliminarían a su huésped y morirían.
Simplificación de los parásitos.
Una vez establecido en el cuerpo del huésped, el parasito puede proseguir su vida con relativa facilidad. Rodeado de alimento, no necesita órganos locomotores, requiere pocos órganos de los sentidos y le son de poca utilidad los reflejos nerviosos rápidos. Por ello, la simplificación estructural y funcional es un carácter casi universal de los parásitos.
Reproducción de los parásitos.
Son enormemente prolíficos. La necesidad práctica de un enorme potencial reproductor está correlacionada con un importante problema con el que se enfrenta el parásito, y en especial el endoparásito, a saber: cómo pasar de un huésped a otro.


Muchos parásitos explotan uno de los caminos más fáciles para entrar y salir del huésped: el tubo digestivo. Entrando por la boca del huésped con el alimento ingerido y saliendo por el ano con las heces. Otros endoparásitos utilizan el intestino como plataforma desde la cual invaden los tejidos interiores.
El problema estriba en transferir la descendencia de un huésped a otro por medios pasivos. Los parásitos actúan con éxito de dos maneras y en ambas interviene la reproducción: la transferencia activa y la transferencia pasiva. En la primera, una fase del ciclo biológico del parásito es de vida libre y móvil; es decir, en esta fase pasa de un huésped a otro mediante sus propios medios de locomoción. Por ejemplo, la fase adulta puede ser parásita y el embrión o la larva, de vida libre, puede tener la facultad de locomoción. O bien la fase larvaria puede ser parásita y la adulta de vida libre y capaz de locomoción.
La transferencia pasiva se encuentra entre parásitos en los que ninguna fase de su ciclo biológico es capaz de locomoción. En este caso, la propagación se realiza por el viento, el agua o huéspedes intermediarios.
Virus.
Los virus están formados por un núcleo de ácido nucléico rodeado de una pequeña capa de proteínas. Los virus son entidades rudimentarias que no son células ni organismos.
Los virus son parásitos infecciosos, un fragmento de su ácido nucleico hace generar su manto proteico por la célula que parasita, luego cubierto por este la abandona como una partícula inerte que es transportada hasta adherirse a una célula que parasita al introducirse líberándose del manto.

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