Responsabilidad y Libertad: Un Recorrido Filosófico por sus Conceptos Esenciales
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 5,04 KB
La Responsabilidad: Un Concepto Fundamental en Ética y Derecho
Orígenes y Evolución del Concepto de Responsabilidad
¿Qué significa responsabilidad? La palabra «responsabilidad» procede del latín respondere, que quería significar la defensa de una cosa en un juicio o la justificación de una acción. En el siglo XVIII, el concepto de responsabilidad se usa en el ámbito jurídico para justificar que, cuando alguien ocasiona un perjuicio a otro, debe asumir la reparación del daño o un equivalente fijado por leyes y un juez.
La Responsabilidad Moral: Un Fenómeno Subjetivo
También podemos hablar de una responsabilidad moral, que se diferencia de la jurídica, sobre todo, porque es un fenómeno subjetivo de la conciencia moral. Esto significa que es el sujeto que actúa el que se siente responsable de su acción, sin que pueda haber ningún tribunal que lo declare responsable, excepto su propia conciencia. Además, la sanción que puede recibir una persona que sabe que ha actuado moralmente mal no proviene del exterior, sino de ella misma, conociéndose así como remordimiento.
Condiciones para la Responsabilidad Moral
Ser moralmente responsable de una acción significa:
- Que quien actúa lo ha hecho con libertad, es decir, admitir que esa acción podría no haberse realizado, o haberse realizado de otra manera distinta.
- Que quien actúa es capaz de responder de la acción realizada, aduciendo las razones o motivos que le han impulsado a actuar de esa forma concreta.
- Asumir las consecuencias que se derivan de la acción realizada.
La Relación Intrínseca entre Responsabilidad y Libertad
La primera de estas condiciones es fundamental, pues carece de sentido pedir responsabilidad a alguien por una acción que ha realizado careciendo por completo de libertad. No tiene sentido hacer moralmente responsable a una persona de que se haya producido un terremoto, o de que su pupila se dilate cuando haya luz. Esto nos hace pensar que la responsabilidad es como la otra cara de la moneda de la libertad: solo somos responsables de lo que hacemos libremente, pero de todo lo que hacemos con libertad.
La Libertad: Conceptos Antiguos y Modernos
Libertad de los Antiguos y Libertad de los Modernos
Para entender mejor el concepto de Estado moderno, hemos de comprender que en la Edad Moderna se abrió paso paulatinamente un nuevo concepto de libertad. El contraste entre la libertad «de los antiguos» y la «de los modernos» fue expuesto por el filósofo francés Benjamin Constant en una conferencia en 1819.
La Libertad de los Antiguos: Participación Cívica
Según Constant, la libertad de los antiguos, manifestada sobre todo en la democracia ateniense del siglo V a.C., consistía en participar en los asuntos públicos. Se consideraba hombre libre al ciudadano, es decir, al que estaba legitimado para tomar parte activa en el gobierno de la polis, de la comunidad política.
Sin embargo, este concepto de libertad se restringía a los ciudadanos, teniendo en cuenta que no se consideraba tales ni a las mujeres, ni a los esclavos, ni a los metecos (inmigrantes de otras ciudades griegas), ni a los jóvenes menores de 30 años.
La Libertad de los Modernos: Derechos Individuales
La afirmación de que todo ser humano tiene la capacidad de ser libre y el derecho de ejercerla es fruto del florecimiento de las teorías del derecho natural en la Edad Media y Moderna, y desembocará en el concepto de libertad de los modernos. Cada persona por naturaleza tiene unos derechos que la sociedad debe respetar. A estos derechos también se les han llamado «libertades», porque son, por ejemplo, el derecho a expresar la propia opinión o libertad de expresión, a profesar el culto que se desee por libertad religiosa, a reunirse con otros o libertad de asociación, y a elegir representantes que gestionen las cuestiones públicas, de modo que cada quien pueda disfrutar de su vida privada.
Para la nueva mentalidad, una persona no es más libre cuanto más participa en la vida pública, sino cuando se respetan sus derechos, entre ellos, el de elegir representantes que se encarguen de gestionar las cuestiones públicas, pudiendo así disfrutar de su vida privada. De este modo nacen los gobiernos representativos, en los que el pueblo no gobierna directamente, como en la democracia ateniense, sino a través de sus representantes.