Restauración Borbónica en España
1)El primer texto es de Prat de la Riba (1906), hace referencia al nacionalismo catalán, mientras que el segundo, de Sabino Arana (1894), se refiere al nacionalismo vasco. Ambos textos están situados en el periodo posterior al Congreso de Viena, que supuso el comienzo de movimientos nacionalistas que llevaron a la independencia o unificación de países. Dentro de España corresponde con la Restauración Borbónica (1874-1923) donde aparecen diversos movimientos regionalistas y nacionalistas de carácter político-cultural en Cataluña y País Vasco. El regionalismo gallego tuvo un desarrollo más lento debido al atraso económico de la región y a una reducida burguesía dependiente en el ámbito político, por lo que tuvo menor implantación social que el catalanismo o el nacionalismo vasco. Cataluña y el País Vasco son los únicos lugares donde se desarrolló la Revolución Industrial en España durante el siglo XIX. En Cataluña, el movimiento nacionalista nace del descontento de la burguesía industrial ante la política del poder central, de la decepción de parte de la clase media ante el fracaso del federalismo y el carlismo, y del movimiento cultural y lingüístico Renaixença. En el País Vasco, la rápida industrialización de Vizcaya como consecuencia del desarrollo de la industria siderometalúrgica.
La Restauración fue un periodo de la Historia de España comprendido entre 1874 y 1931, que comienza con el restablecimiento de la monarquía en la figura de Alfonso XII, tras el fracaso de la fórmula republicana durante el Sexenio Democrático.
Cánovas del Castillo fue la gran figura política del momento y el artífice de la Restauración, ya que fue él quien preparó la vuelta a España de Alfonso XII, hijo de Isabel II.
Aspiraba a construir un sistema político estable y sólido (siguiendo el modelo inglés) apoyado en tres soportes fundamentales:
- El rey y las Cortes como instituciones fundamentales que ejercerían la soberanía conjuntamente.
- El bipartidismo como sistema idóneo de alternancia en el poder: el Partido Conservador, liderado por el propio Cánovas y el Partido Liberal, liderado por Sagasta.
- Una Constitución moderada como marco jurídico del sistema, la Constitución de 1876. Esta presentaba la ventaja de ser flexible, es decir, los gobiernos podrían cambiar leyes ordinarias sin cambiar la Constitución, lo que dotaba de estabilidad al sistema político. Algunas de sus características eran:
- Soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
- Amplias competencias del rey: poder ejecutivo, sanciona y promulga leyes, convocaba, suspendía y disolvía las Cortes,...
- Cortes bicamerales: Senado y Congreso.
- Declaración de derechos.
- Catolicismo como religión oficial del Estado.
El funcionamiento real del sistema ideado por Cánovas se basaba en la alternancia pacífica en el poder de los dos partidos principales, es decir, cambios de gobierno pactados de antemano entre ellos: turnismo o turno pacífico. El procedimiento se llevaba a cabo de la siguiente manera:
- Cuando un partido consideraba que le había llegado el momento de gobernar o de dejar el gobierno y pasar a la oposición, lo pactaba con el otro partido y con el rey.
- El rey, entonces, mandaba formar gobierno al nuevo partido, disolvía las Cortes y convocaba elecciones que, debidamente manipuladas, proporcionaban la mayoría necesaria al partido que empezaba a gobernar.
La práctica del turnismo se lograba mediante métodos fraudulentos cuyo funcionamiento era el siguiente:
- Desde Madrid, el Ministro de Gobernación, comunicaba a los gobernadores civiles de las provincias los resultados electorales que se pretendían obtener de ellas.
- En cada capital de provincia, el gobernador civil elaboraba la lista de candidatos (encasillado) que habían de salir elegidos.
- Por último, en las comarcas, pueblos,... actuaban los caciques locales, eran personalidades con poder e influencias por su riqueza, prestigio o sus contactos. Estos se encargaban de que resultaran elegidos los candidatos incluidos en el encasillado. Para ello recurrían a los más variados procedimientos: alterar el censo, recurrir a amenazas y extorsiones y, en caso necesario, el “pucherazo”, que consistía en cambiar, antes del recuento, la urna verdadera por otra con los votos deseados o en añadir votos falsos para inclinar el resultado a favor del candidato previsto.
De este modo se organizaba el fraude electoral de arriba a abajo bajo la coordinación del Ministro de Gobernación.
En conclusión, el sistema político de la Restauración no era más que una fachada institucional para ocultar el verdadero control del poder por parte de una reducida oligarquía.