El Retrato del Matrimonio: Simbolismo y Estilo en la Pintura Flamenca

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Este cuadro no es simplemente el retrato de los esposos, es el retrato de un sacramento religioso: el matrimonio.

Se narra el momento en que Giovanni se promete a su novia tomándola de la mano y levantando la otra en señal de juramento y aceptación, mientras ella le corresponde y baja la cabeza en señal de modestia.

En la época en que se hizo la pintura, era frecuente celebrar la ceremonia del matrimonio sin la presencia del sacerdote; bastaba con hacer el juramento recíproco ante algunos testigos.

El propio autor pudo ser el testigo, pues con su firma da fe como si de un notario se tratara.

El autor también se autorretrata en el espejo, con lo cual introduce la figura del autor en su obra, recurso novedoso.

Es, por tanto, un retrato de bodas, pero también es un documento que atestigua la ceremonia a modo de acta matrimonial. Todo el cuadro es un repertorio simbólico que da fe del hecho representado. El cuadro contiene todos los ingredientes básicos de la pintura flamenca: personajes representados que pertenecen a la burguesía, escena que se muestra con detalle y minuciosidad, y es claramente simbólica.

Obra maestra de la pintura flamenca es el cuadro Los desposorios del matrimonio Arnolfini. Un juego de símbolos y lenguajes ocultos está presente en toda la obra. No es un cuadro sin más de un hombre y una mujer, sino el retrato de un sacramento religioso: el sacramento del matrimonio.

El cuadro representa una escena que se desarrolla en una pequeña estancia. En un primer plano aparecen los protagonistas de dicha escena, un hombre y una mujer en actitud solemne y cogidos de la mano.

Él, descalzo, con tocado y ropajes oscuros, eleva su mano derecha y ella, ataviada con un vestido verde de abundantes pliegues y cubierta con una toca blanca, deja descansar la mano que tiene libre sobre su vientre, mientras que un pequeño perro nos mira desde sus pies.

Sobre ellos cuelga una lámpara de seis brazos con una sola vela encendida que no consigue iluminar la estancia, ya que esta función está destinada al ventanal que se abre a nuestra izquierda.

En el alféizar de la ventana y sobre un arcón, hay unas piezas de fruta. Frente a la ventana, en el extremo opuesto de la habitación, aparece una cama con dosel vestida con ropas de rojo intenso y, en último plano, hay un sillón adosado a la pared, del que sobresalen un par de zapatos en su parte inferior. Sobre el sillón hay un rosario de cuentas de cristal y al lado un espejo, en el cual se reflejan los protagonistas y un hombre que parece ser el autor del cuadro. El marco que rodea el espejo contiene diez círculos donde se representan escenas de la Pasión, desde la oración en el huerto hasta la Resurrección.

La inscripción que aparece en la pared del fondo sobre el espejo indica la firma del autor y la fecha en que se hizo la obra: "Jan Van Eyck estuvo aquí. 1434".


Desde el punto de vista estilístico: esta obra posee gran parte de los elementos propios de la escuela flamenca del siglo XV.

En las figuras encontramos el gusto por el alargamiento de las formas, sobre todo en la mujer, cuyos largos ropajes se dejan caer creando gran cantidad de curvas y contracurvas. Movimiento.

Ropajes sobrios pero elegantes que señalan la riqueza de las telas, indicativas de la posición social.

Gusto por la minuciosidad y los pequeños detalles. Naturalismo. La técnica del óleo permite calidades casi palpables en los objetos; esto se advierte en el detallismo y minuciosidad con la que se representan aspectos como el perro, el espejo, la talla de ebanistería, el brillo del metal...

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