La Revelación Divina y la Tradición en la Fe Cristiana

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La Revelación Divina: Desvelando el Misterio de Dios

Revelar significa quitar el velo, desvelar, similar al proceso fotográfico. Por ello, afirmamos que Dios se desvela, se muestra, se da a conocer. Este proceso ocurre de forma continua desde el Antiguo Testamento (AT) hasta el Nuevo Testamento (NT), es decir, aquello que estaba escondido y que no habíamos conocido cara a cara se da a conocer plenamente en Jesús de Nazaret. El objeto de la revelación es la vida eterna que estaba junto al Padre, es decir, la misma vida de Dios. De tal forma que su palabra es ahora Palabra definitiva en Jesucristo. La finalidad de esta revelación es la unión de los testigos de esta manifestación y, así, conocer la vida íntima de Dios.

En la Constitución Dogmática Dei Verbum, un texto conciliar fundamental, se explica la revelación, estableciéndola como un diálogo entre Dios y las personas, impulsado por el amor divino. Por tanto, esta conversación se fundamenta en hechos y palabras a lo largo de la historia. Siempre Dios toma la iniciativa, pero de modo definitivo, esta conversación alcanza su plenitud en Jesucristo. ¿Qué es Jesucristo? Jesús es la Palabra hecha carne; por eso decimos que lo eterno se hace historia.

Características de la Revelación según Dei Verbum II

En la Dei Verbum, el capítulo II destaca tres rasgos que caracterizan la revelación:

  1. La revelación es un diálogo entre amigos

    Dios utiliza la palabra para escuchar y acoger, porque la palabra es cauce de relación personal. Por ello, la palabra transmite, implica, desvela y transforma, ayudando a establecer distintos tipos de relación, de amistad y de amor. Por eso, comunica su intimidad al ser humano para darle la Vida. La revelación es una relación que toma como modelo la culminación de toda relación humana: el amor o la amistad. Así, los gestos y las palabras confirman y desvelan el sentido más profundo de la relación de Dios con nosotros.

  2. La revelación acontece en la historia

    Mediante la fe, se descubre la presencia escondida de Dios. Por eso, los creyentes han de buscar el rostro de Dios escondido en la historia. Por lo tanto, si estamos en esta historia, la historia es Historia de Salvación, porque revela la acción divina. Esta salvación, a veces oculta, se plenificará un día (lo mejor está por venir). En la revelación cristiana, la palabra va unida a las intervenciones de Dios en la historia, ya sea como profecía, como mandato o como llamada a la conversión. La palabra, los hechos y los gestos suponen una relación personal. A Dios solo lo encontraremos en una relación Yo-Tú. Si Dios actúa en la historia, Dios actúa en las personas.

  3. La revelación se realiza mediante signos

    La comunicación de Dios se realiza de distintas maneras:

    • Comunicación interior: Es una comunicación difícil de expresar directamente al individuo.
    • Comunicación exterior: A través de acontecimientos o signos de Dios, en los que se refleja su obrar.

    De tal forma que podemos afirmar que la historia de la salvación es la historia de los signos de Dios.

La Tradición Cristiana: Transmisión Viva de la Fe

La palabra tradición significa "entregar" o "transmitir algo a alguien". El mismo Jesucristo criticó la tradición de los antiguos porque los judíos habían sustituido el mandato de Dios por sus tradiciones. Por eso, en muchos textos, Jesús dice: «Pero yo os digo…», para contrastar esas tradiciones.

San Pablo transmite lo que ha recibido de los cristianos, de tal forma que en la Carta a los Corintios dice: «Del Señor recibí la Tradición que os he transmitido». Para San Pablo, la Tradición es el mismo Jesucristo que se hace presente.

Los propios apóstoles pusieron por escrito esta Tradición, de tal forma que podemos definirla así: Es todo aquello que los apóstoles recibieron de Jesucristo y aprendieron por la acción del Espíritu Santo. Ellos, a su vez, lo transmitieron mediante la predicación, el testimonio de su vida y diversas instituciones. Es decir, la Tradición está integrada por:

  • Las palabras orales y escritas,
  • Formas de la vida comunitaria y litúrgica,
  • Modelos y estilos de vida.

Por ejemplo, la Iglesia va comprendiendo con mayor profundidad todo lo que Jesús y los apóstoles nos transmitieron, y además, debe respetar la cultura de los pueblos sin perder por ello su identidad.

El depósito de la fe (lo que nosotros creemos acerca de Dios) está contenido en la Tradición y en la Biblia, y así lo confiaron los apóstoles a la Iglesia. Con la asistencia del Espíritu Santo, el Magisterio enseña lo transmitido como depósito de la fe. El Magisterio de la Iglesia es ejercido por los obispos en comunión con el Papa, como sucesor de Pedro, y así sirve al Pueblo de Dios, manifestándoles la verdad que es Jesús de Nazaret.

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