La Revolución Científica: De la Cosmovisión Medieval al Heliocentrismo

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La Revolución Científica

La revolución científica es el nombre con que se define la crisis y el desmantelamiento del conocimiento tradicional, basado en el argumento de autoridad, y su sustitución por el conocimiento fundado en el método experimental. Este proceso, que se inicia en el Renacimiento y se prolonga hasta la Ilustración, dio lugar al nacimiento de la ciencia moderna. La cosmovisión medieval geocéntrica, con un cosmos limitado y ordenado, dejó paso a una nueva cosmovisión heliocéntrica, con universo ilimitado. Según el heliocentrismo, la tierra y los demás planetas giran alrededor del sol, que ocupa el centro del universo.

La Visión Organicista y Teleológica

La visión organicista y teleológica propuesta por Aristóteles fue sustituida por una concepción mecanicista y casual. En la época moderna el universo se concibe como una gran maquinaria que puede comprenderse analizando sus componentes como si fueran piezas independientes de un conjunto que no es más que una suma de sus partes. En un mundo mecánico, los elementos ya no tienden hacia un fin ni buscan recobrar su lugar original; la única relación que se establece entre los objetos es de causa y efecto: objetos materiales que transmiten el movimiento a otros objetos materiales mediante impactos.

Principios Fundamentales

  • El principio de economía o navaja de Occam, que afirma que 'la explicación más sencilla es la correcta'
  • El principio de la regularidad de la naturaleza, según el cual los sucesos de la naturaleza se producen siempre de la misma manera en cualquier lugar y en cualquier momento.
  • El principio de conservación, que explica que en el universo hay valores, como la energía, que se conservan a pesar de las transformaciones que puedan producirse.
  • El principio de la continuidad, según el cual en la naturaleza no hay saltos, de manera que magnitudes como la energía cambian de forma continuada, no abrupta.

Nicolás Copérnico y el Heliocentrismo

Nicolás Copérnico sustituyó la concepción geocéntrica del universo por la concepción heliocéntrica, en la que el sol ocupa el centro del cosmos y la tierra es un planeta más que gira a su alrededor. Esta teoría quedó plasmada en su obra De revolutionibus orbium coelestium. Copérnico consideraba que su nuevo modelo permitía interpretar la información astronómica de manera más sencilla y sin necesidad de recurrir a tantos artificios matemáticos; no se basó en nuevas observaciones sino que su propósito era simplificar el sistema.

Se pasó de considerar la tierra como un cuerpo inmóvil a atribuírsele tres tipos de movimiento: el de rotación, el de traslación y el de precesión, un lento y gradual cambio de orientación del eje de rotación terrestre que produce un ligero balanceo de la tierra. El sistema copernicano fue revolucionario en algunos aspectos, pero en otros siguió manteniendo ideas aristotélicas. Su obra pasó totalmente inadvertida para sus contemporáneos por dos razones:

  • Razones religiosas: la biblia se expresa en algunos pasajes en términos geocéntricos, de modo que la iglesia apoyó el sistema aristotélico y empleó su poder para impedir que prosperara cualquier otra cosmovisión.
  • Razones científicas: por un lado, los sentidos no perciben que la tierra esté en movimiento; por otro lado, había algunas paradojas difícilmente explicables con la física de su tiempo.

Giordano Bruno

Fue un filósofo y un pensador. Divulgó con gran convicción el heliocentrismo mostrando las debilidades de la cosmovisión aristotélica. Bruno imaginó que las estrellas se encuentran desparramadas por el universo y llegó a la conclusión de que el universo tenía que ser infinito. También defendía la existencia de infinitos sistemas planetarios que albergaban vida en su seno. Estaba convencido de que había otros soles y planetas donde se desarrollaba vida e inteligencia, pero que debido a las enormes distancias resultaban invisibles para el ojo humano.

Tycho Brahe

Fue uno de los principales astrónomos de la época. Hay que destacar la importancia de sus observaciones en la formación de la nueva mentalidad porque significaron la primera superación contrastada de la cosmovisión aristotélica. Brahe estudió con atención la órbita de un cometa y llegó a la conclusión de que esta debía encontrarse más allá de la luna, considerado hasta el momento perfecto e inmutable. Brahe rechazó el geocentrismo pero tampoco aceptó el heliocentrismo, por lo que optó por un modelo intermedio en el que la tierra se encontraba en el centro del universo, inmóvil, el Sol giraba a su alrededor, y los demás planetas daban vueltas alrededor de este.

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