La Revolución Gloriosa de 1868: Orígenes, Crisis y el Fin del Reinado de Isabel II en España
El 19 de septiembre de 1868, el Almirante Topete, al mando de la Armada con base en San Fernando, Cádiz, y posteriormente los generales Juan Prim y Rafael Serrano, se pronunciaron con éxito contra el Gobierno de Isabel II. La reina, diez días más tarde, marchaba al exilio francés con toda la familia real, dando paso así a una etapa de seis años conocida como el Sexenio Revolucionario (1868-1874), caracterizada por los diferentes intentos de establecer un sistema democrático en nuestro país.
Era la primera vez que el pueblo español expulsaba a la dinastía reinante, abriéndose así un período de nuevas expectativas democratizadoras que, sin embargo, resultarían fallidas a causa de las múltiples resistencias presentadas por las oligarquías dominantes y la complejidad de la situación de España.
Contexto y Detonantes de la Revolución Gloriosa
Las causas que motivaron la cristalización de la llamada “Revolución Gloriosa” y su posterior triunfo son múltiples y se remontan a los últimos años del reinado de Isabel II. A continuación, se detallan las principales:
Crisis Financiera
En primer lugar, hay que señalar la crisis financiera, provocada por la caída de los valores de la Bolsa, arrastrada por la crisis económica internacional y, sobre todo, por la bajada de las compañías ferroviarias, cuyas inversiones no habían arrojado los resultados previstos y se mostraban poco rentables.
Crisis Industrial
Por otro lado, también vino a coincidir una crisis industrial, motivada por el descenso de la actividad fabril en Cataluña a causa de la Guerra Civil en EE. UU., principal proveedor de algodón.
Crisis de Subsistencias
A estas crisis hay que sumarles una crisis de subsistencias, iniciada en 1866 a causa de las malas cosechas de cereales, que provocaron una fuerte alza de precios y la aparición del hambre y numerosas protestas que alimentaron las agitaciones obreras y campesinas.
Crisis Política
Sin embargo, la causa desencadenante hay que buscarla en la crisis política, provocada por el deterioro de la situación política española. El régimen isabelino se mostraba aislado y desprestigiado a causa de los numerosos escándalos de todo tipo que rodeaban al Palacio Real, cuyos últimos gobiernos, en manos de los moderados, gobernaban por decreto sin consultar a las Cortes, en un clima de fuerte represión y censura.
La Conspiración y el Triunfo Revolucionario
Ante esta situación, los progresistas, dirigidos por Prim, abandonaron a Isabel II y conspiraron con los demócratas desde el exilio para derrocar a la reina y establecer un gobierno provisional que convocara elecciones constituyentes por sufragio universal y abriera una nueva etapa política. Finalmente, la muerte de los generales Narváez y O’Donnell dejó a Isabel II sin el apoyo de gran parte del Ejército, lo que, sumado a la conspiración urdida por el duque de Montpensier, explica la soledad política de la reina y su derrota.
La proclama del General Prim en Cádiz resume con bastante aproximación la situación de España en 1868, de ahí la rapidez de las adhesiones a la Revolución Gloriosa y la formación de Juntas Revolucionarias en las principales ciudades tras la derrota del ejército gubernamental y el posterior exilio de Isabel II.