Revolución Industrial: Auge de la Industria Textil, Siderúrgica y Ferrocarril en Gran Bretaña
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El Impacto de la Nueva Maquinaria y Organización del Trabajo en las Fábricas
La Revolución Industrial trajo consigo la ubicación de nueva maquinaria en fábricas y una reorganización completa del trabajo. Esta nueva organización se basó en la división de tareas por grupos de obreros y una férrea disciplina laboral. El nuevo sistema fabril impulsó significativamente la productividad, lo que a su vez redujo los costes y precios. El descenso de costes y precios de los tejidos de algodón producidos en fábrica incrementó su demanda, provocando la crisis del Verlagssystem (sistema de trabajo a domicilio) en esta rama de la industria.
Parte de los trabajadores a domicilio y artesanos encontraron empleo en las fábricas, pero otros se vieron abocados al paro. Esto explica la aparición del ludismo, un movimiento de destrucción de máquinas que se dio en varios países. En Gran Bretaña, este movimiento fue liderado por un artesano llamado Ned Ludde. A falta de estadísticas sobre la producción de tejidos de algodón durante la Revolución Industrial, se utiliza la evolución de las importaciones de algodón en rama como indicador.
Economías de Aglomeración y Efectos de Arrastre
El crecimiento de la industria textil provocó economías de aglomeración en las regiones donde se concentró, y también tuvo efectos de arrastre sobre industrias de otras regiones. Tomando como ejemplo las regiones británicas especializadas en la producción de tejidos, las economías de aglomeración, que concentran en un espacio reducido un gran número de actividades económicas, actuaron de este modo:
- En las regiones textiles, aparecieron industrias auxiliares que proveían a la de tejidos de imputs y medios de producción (carbón, productos químicos y máquinas de hilar y tejer).
- La industria textil y sus auxiliares provocaron un intenso proceso de urbanización que, a su vez, elevó la demanda de otros bienes industriales. Esto hizo que también se desarrollaran en esas regiones sectores como construcción, vidrio, velas, jabón, bebidas o papel.
- Finalmente, ambos hechos fomentaron el crecimiento del transporte y de los demás servicios.
En cuanto a los efectos de arrastre de la industria del algodón sobre industrias de otras regiones británicas, los principales fueron el aumento de la demanda de hierro dulce necesario para construir maquinaria de hilar y tejer, y para construir buques con los que importar algodón y exportar tejidos.
La Industria Siderúrgica, el Carbón y el Ferrocarril
Después de la del algodón, la industria que más creció durante la Revolución Industrial fue la siderúrgica, suministradora de bienes de capital (bienes con los que se producen y transportan los de consumo; por ejemplo, fábricas, maquinaria, camiones, ferrocarriles, carreteras). Un primer impulso de la demanda de hierro provino de la revolución agraria, del crecimiento de la industria textil y de la construcción urbana. Sin embargo, debieron transcurrir varias décadas para que esa demanda se disparara.
Desde 1840-1850, el ferrocarril, la mecanización de un mayor número de industrias, el mayor proceso de urbanización y los mercados externos elevaron espectacularmente el consumo de productos siderúrgicos. Como en el caso del algodón, la mayor demanda pudo ser abastecida gracias a innovaciones tecnológicas y de organización del trabajo. Aumentar la producción siderúrgica presentaba dos problemas:
- La utilización de carbón vegetal, de oferta limitada, ya que se obtenía talando los bosques.
- La dependencia de la energía hidráulica, ya que fuelles, martillos y laminadoras se movían lentamente y dejaban de funcionar en los períodos de estiaje de los ríos.
Ambos problemas generaron desafíos que hallaron respuestas tecnológicas que, a su vez, originaron nuevos retos e innovaciones. El primer cuello de botella –la escasez relativa de carbón vegetal– terminó en 1767, cuando William Watson logró transformar la hulla en coque. El segundo cuello de botella –la utilización de energía hidráulica en los altos hornos– se resolvió gracias a John Wilkinson, quien en 1776 construyó fuelles movidos por vapor. Estas dos innovaciones elevaron el rendimiento de los altos hornos, surgiendo así otro desafío: hallar un método más rápido de afinar el colado (hierro fundido).