Revolución Industrial: Sociedad de Clases, Auge Textil y el Palacio de Cristal
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La Sociedad Industrial y de Clases
La sociedad industrial, también denominada sociedad de clases, se distingue de la estamental en que los grupos sociales que la componen no son cerrados, sino clases dinámicas, en constante movimiento, y definidas según un criterio fundamentalmente económico.
Dos clases sociales, cuyos intereses eran muy diferentes, fueron las grandes protagonistas de la Revolución Industrial: la burguesía y el proletariado.
La Burguesía: Motor de la Nueva Era
A diferencia de la nobleza tradicional, la burguesía, dedicada a los negocios, no se consideraba una clase ociosa, sino competitiva, emprendedora y dinámica, en constante lucha por ascender o mantener su puesto en la escala social. El modelo de burgués era el self-made man, el hombre hecho a sí mismo, que ascendía desde los orígenes más humildes gracias a su esfuerzo y a su talento.
Según la visión económica liberal (representada por Adam Smith y David Ricardo), el orden natural de la sociedad era el burgués. Se consideraba que la clase obrera estaba destinada a vivir en el límite de la subsistencia. No obstante, individualmente y según sus méritos, los obreros podían aspirar a escapar de su condición, ya que la ley, en teoría, garantizaba la igualdad de oportunidades para todos.
El Proletariado: La Fuerza de Trabajo
Los miembros de la clase obrera recibían el nombre de proletarios: trabajadores que no son propietarios de los medios de producción y que venden la fuerza de su trabajo a cambio de un salario. Su vida laboral, tanto para hombres como para mujeres, comenzaba frecuentemente en la infancia, dado que los salarios eran tan bajos que la única forma de mantener a la familia era que todos sus miembros trabajaran.
Puesto que el Estado garantizaba al burgués la libertad de negociar directamente el precio del trabajo con el obrero, en un contexto de constante aumento demográfico, con una agricultura que cada vez necesitaba menos mano de obra y que además sufría la competencia de la maquinaria, los salarios apenas cubrían las necesidades mínimas de subsistencia.
La Revolución en la Industria Textil
En Gran Bretaña existía una artesanía textil tradicional basada en el trabajo de la lana en ruecas y telares manuales.
El primer paso que llevaría a la aparición de un sector textil moderno fueron las medidas proteccionistas para dificultar la competencia que representaban los excelentes tejidos indios de algodón. Esta política animó a los inversores a importar la materia prima y producir en Gran Bretaña. De esta forma, la lana pasaba a un segundo plano y surgía una industria algodonera británica.
Entretanto, una serie de inventos habían conseguido mecanizar las tareas de hilar y tejer. La aplicación a estos ingenios de la energía hidráulica, primero, y de la máquina de vapor, después, multiplicó la producción a un ritmo vertiginoso.
Surgieron así las primeras factorías, en las que un elevado número de obreros (sobre todo mujeres) manejaban máquinas que producían enormes cantidades de paño a un precio tan bajo que ningún producto tradicional se podía comparar con él.
El Palacio de Cristal de Londres: Símbolo de la Era Industrial
El Palacio de Cristal de Londres fue un edificio construido con materiales prefabricados a gran escala (resultado de la Revolución Industrial), como son pilares de hierro articulados y paneles de cristal para cerramientos. Utilizaba la técnica de los invernaderos y planchas de madera en módulos.
Características destacadas:
- Grandes dimensiones: 563 metros de largo por 124 metros de ancho.
- Construcción rápida: Se construyó en un tiempo muy breve gracias a que sus materiales permitían montar y desmontar con gran velocidad.
- Diseño funcional: La decoración del edificio era muy sobria, ya que estaba supeditada a la funcionalidad del mismo.
El Palacio de Cristal fue construido por Joseph Paxton para la primera Exposición Universal celebrada en Londres en 1851, convirtiéndose en un emblema de los avances tecnológicos y la capacidad productiva de la época.