La Revolución Liberal en España: El Estatuto Real de 1834 y el Ascenso del Progresismo

Clasificado en Historia

Escrito el en español con un tamaño de 2,63 KB

Los comienzos moderados de la revolución liberal. El Estatuto Real de 1834.

Tras la muerte de Fernando VII, María Cristina fue nombrada regente. Al frente del gobierno seguía Cea Bermúdez, quien presidió el último gobierno de Fernando VII. Sin embargo, para la etapa que se abría, este no era el político adecuado, ya que su programa consistía en oponerse tanto a los carlistas como a los liberales. La regente pronto comprobó que el cambio de gobierno era necesario.

Y, en efecto, en enero de 1834, fue llamado para formar gobierno Martínez de la Rosa, antiguo doceañista y jefe de gobierno durante el Trienio Liberal. Ganado ya para un liberalismo moderado, Martínez de la Rosa buscó una fórmula de equilibrio entre las tendencias liberales y el mismo carlismo. El resultado fue la aprobación del Estatuto Real, firmado por la regente en abril de 1834.

No era una constitución sino una “carta otorgada” por la corona, no reconocía derechos individuales ni la división de poderes. Sí establecía una convocatoria de Cortes con dos cámaras:

  • El Estamento de Próceres (cámara alta)
  • El Estamento de Procuradores (cámara baja)

Para proceder a la correspondiente convocatoria electoral para la elección del Estamento de Procuradores, en mayo de 1834 se aprobaba una ley electoral con un sufragio muy restringido (sólo podían votar unos 16.000 varones sobre una población de 12 millones de habitantes). En contra de lo imaginable, la cámara recién elegida, con sorpresa para el gobierno, por su actitud crítica, exigía reformas profundas y en ella, además, volvía a resurgir las diferencias entre moderados y progresistas.

El gobierno estaba entre dos frentes: la oposición de los liberales radicales y la guerra contra los carlistas, que no daba los éxitos previstos.

Aislado y falto de apoyos, Martínez de la Rosa dimitió en junio de 1835 siendo sustituido por el conde de Toreno, también del sector moderado. El nuevo gobierno solo duró cuatro meses. No lograba imponerse en la guerra carlista, mientras los liberales extremistas promovían amotinamientos populares, con asaltos y quemas de conventos -a los frailes se les acusaba de estar al lado de los carlistas- en ciudades como Zaragoza, Valencia, Cádiz, Málaga, Barcelona (donde también se prendió fuego a la fábrica de tejidos de Bonaplata)... El resultado fue la formación de Juntas revolucionarias de signo progresista en varias capitales, que Toreno intentó disolver pero al fracasar presentó su dimisión. La regente, entonces, llamó a Mendizábal, un liberal progresista, para formar gobierno en septiembre de 1835.

Entradas relacionadas: