La Revolución Rusa de Febrero 1917: Caída del Zarismo y Ascenso del Totalitarismo Soviético
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La Revolución de Febrero de 1917: El Colapso del Zarismo
Reformas Insuficientes y Descontento Creciente
Las reformas implementadas en 1905 quedaron muy lejos de transformar profundamente las estructuras existentes en Rusia. El sufragio estipulado para elegir a la Duma (Parlamento) fue diseñado de manera que impidiera el auge de las fuerzas opositoras. El poder real del Parlamento era escaso; el Zar y sus ministros no eran responsables ante él. Además, la reforma agraria había favorecido principalmente a los kulaks (campesinos ricos), quienes habían aumentado sus propiedades a costa de los campesinos más pobres.
Hacia 1914, podía parecer que el zarismo había superado sus problemas más acuciantes. El Zar controlaba la Duma, clausurándola cuando le interesaba. La industrialización de las ciudades crecía a buen ritmo y los problemas en el campo parecían haberse apagado temporalmente. Sin embargo, la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial al lado de las potencias aliadas creó la coyuntura perfecta para un nuevo estallido revolucionario.
La Difícil Coyuntura de la Primera Guerra Mundial
La economía rusa se orientó por completo a abastecer al ejército. Las fábricas se transformaron en industrias militares y el reclutamiento masivo de campesinos hizo disminuir drásticamente la producción agraria. Como consecuencia, los productos básicos escaseaban y los precios subieron de forma desorbitada. La escasez y el hambre se extendieron rápidamente entre la población civil.
A esta crítica situación interna se le sumaron las continuas derrotas militares ante Alemania. El ejército ruso estaba poco equipado, mal armado y deficientemente dirigido. Las deserciones se multiplicaron. A las manifestaciones populares contra la carestía de la vida se unió el profundo descontento por lo que sucedía en el frente.
En un intento de controlar la situación, el Zar disolvió la Duma, lo que provocó un aumento aún mayor del malestar político. La confianza en el Zar se había perdido por completo y el Estado se desintegraba. El asesinato del controvertido monje Rasputín en diciembre de 1916 fue un síntoma más de la descomposición del régimen, preludio de la inminente revolución de febrero de 1917.
La Caída del Zarismo
La revolución comenzó el 23 de febrero (según el calendario juliano vigente en Rusia) con una gran manifestación en Petrogrado (actual San Petersburgo). Se formaron comités revolucionarios, los soviets, que agrupaban a las diversas fuerzas revolucionarias de oposición al zarismo (obreros, soldados y campesinos).
El 27 de febrero se produjo una huelga general en las principales ciudades del país. Todas las protestas exigían la retirada inmediata de la guerra, la dimisión del Zar y una mejora sustancial de las condiciones de vida. Ante la magnitud de las protestas y la pérdida de apoyo del ejército, el Zar Nicolás II abdicó.
La Duma tomó entonces el protagonismo y nombró un Gobierno Provisional, dirigido inicialmente por el príncipe Lvov.
El Gobierno Provisional y el Doble Poder
El nuevo Gobierno Provisional prometió importantes reformas políticas (libertades civiles) y sociales, y también se comprometió a convocar elecciones libres para una Asamblea Constituyente que decidiese el futuro político de Rusia. Sin embargo, tomó la crucial decisión de mantener los compromisos militares de Rusia en la Primera Guerra Mundial.
A pesar de las reformas prometidas, las condiciones de vida de la población no mejoraron y la guerra continuaba. Esto llevó a una situación de doble poder:
- Por un lado, el Gobierno Provisional, apoyado por la burguesía y los sectores socialistas moderados, que aspiraba a instaurar una república parlamentaria.
- Por otro lado, los soviets, que agrupaban a las fuerzas revolucionarias más radicales (bolcheviques, mencheviques de izquierda, socialistas revolucionarios) y exigían la retirada inmediata de la guerra, el reparto de tierras entre los campesinos y la mejora de las condiciones laborales para los obreros.
Características del Fascismo
El fascismo se define por su rechazo a la tradición ilustrada, al racionalismo, a la democracia, al parlamentarismo y al pluralismo político. Se construyó como un proyecto totalitario, antiliberal y anticomunista, basado en los siguientes principios:
- Obediencia ciega a un líder carismático (Duce, Führer, Caudillo).
- Exaltación del Estado por encima del individuo.
- Uso sistemático de la violencia y la represión contra la oposición.
- Defensa de una sociedad jerárquica y no igualitaria.
- Nacionalismo exacerbado, frecuentemente con un fuerte componente racista.
- Movilización y organización de las masas a través de propaganda y organizaciones controladas por el partido único, para canalizarlas en un proyecto nacional unitario.
El Totalitarismo Soviético bajo Stalin
Iósif Stalin gobernó la Unión Soviética desde aproximadamente 1927 hasta su muerte en 1953. Su particular 'revolución desde arriba' consistió fundamentalmente en:
- Implantar una dictadura férreamente centralista, con él mismo como guía supremo y ejecutor indiscutible. Se fomentó un intenso culto a su personalidad.
- Ejercer una fuerte represión contra cualquier tipo de disidencia real o imaginaria (purgas).
- Establecer un control ideológico absoluto sobre la sociedad a través de la propaganda y la censura.
- Recurrir a la violencia como herramienta fundamental para controlar a la sociedad y aplicar sus políticas.
- Transformar el Partido Comunista en el órgano monolítico de control del Estado y la sociedad. Para ello, se potenció enormemente la burocracia y surgió la Nomenklatura: una élite privilegiada de funcionarios del partido y del Estado que se situaba socialmente por encima del resto de la población, a pesar de que oficialmente se postulaba la igualdad de clases.
- Impulsar un ambicioso proyecto de desarrollo económico acelerado basado en la industrialización forzosa y la colectivización agraria.
Planificación Económica e Industrialización Forzosa
La política económica estalinista se caracterizó por la planificación centralizada (mediante planes quinquenales), el objetivo prioritario de lograr la industrialización del país en apenas una década, y el uso sistemático de la violencia y la coerción para alcanzar dichos fines.
Un elemento clave fue la colectivización agraria forzosa, concebida como un instrumento para asegurar el control del campesinado y extraer recursos del campo para financiar la industrialización:
- Se eliminó la propiedad privada de la tierra y se obligó a los campesinos a integrarse en granjas colectivas (koljós) o estatales (sovjós).
- Se decretó la destrucción de los kulaks como clase social, lo que implicó la expropiación, deportación masiva e incluso ejecución de millones de campesinos considerados 'ricos' o simplemente opuestos a la colectivización.
- La resistencia campesina (sacrificio de ganado, quema de cosechas) y la desorganización productiva inicial llevaron a una terrible hambruna a principios de la década de 1930 (especialmente devastadora en Ucrania, conocida como Holodomor), que obligó a imponer un estricto racionamiento de alimentos.
A pesar del enorme coste humano (millones de muertos y deportados), unos 25 millones de pequeñas explotaciones agrícolas fueron fusionadas en grandes granjas colectivas, y la URSS experimentó un rápido proceso de industrialización, especialmente en la industria pesada y militar.