La Revolución Rusa: Orígenes, Desarrollo y Consecuencias Históricas
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La Revolución Rusa: Un Hito Transformador
En plena Primera Guerra Mundial (1917), estalló la Revolución Rusa, derribando el régimen autocrático del zar. El nuevo régimen político se inspiraba en las ideas de Karl Marx (marxismo). A diferencia de la Revolución Francesa, que puso énfasis en la libertad individual, la Revolución Rusa abogaba por la igualdad económica y la desaparición de las clases y las diferencias sociales.
Contexto y Causas de la Revolución
La Primera Guerra Mundial puso de manifiesto el atraso económico y técnico del país, y sobre todo su anacronismo político y social. La población sufría desabastecimiento y una fortísima inflación, mientras que los salarios se mantenían estancados.
La Revolución de Febrero de 1917
En febrero de 1917, en San Petersburgo, los soldados se sumaron a la revuelta. El zar fue expulsado y se instauró una república burguesa, presidida por Kerensky. Este gobierno no cumplió con los deseos de reforma agraria y continuó la guerra.
La Revolución de Octubre y el Ascenso de Lenin
Lenin aprovechó la impopularidad de Kerensky para impulsar la segunda revuelta, la Revolución de Octubre. Esta derrocó la república burguesa y otorgó el poder a los sóviets. El nuevo régimen se basó en el programa revolucionario de Lenin: la liquidación de la guerra (paz con Alemania), la socialización de la economía y la dictadura del proletariado.
Consecuencias y la Guerra Civil Rusa
La paz con Alemania se firmó en 1918 con unas condiciones muy desfavorables: la pérdida de territorios que representaban el 26% de la población, el 32% de la producción y el 23% de la industria.
Los antiguos aliados zanjaron toda relación económica con el nuevo gobierno ruso y prestaron su apoyo a los Ejércitos Blancos (zaristas levantados contra Lenin). En 1917, había en territorio ruso tropas de EE. UU., Japón, Francia y Gran Bretaña. La guerra civil duró dos años. El triunfo de la revolución fue posible gracias a las milicias organizadas por Trotsky, el Ejército Rojo. Las potencias que apoyaban a los Ejércitos Blancos acabaron retirándose. A finales de 1920, las fuerzas revolucionarias habían triunfado sobre los Ejércitos Blancos y las tropas extranjeras habían abandonado el país.