Las Revoluciones Liberales de 1820 y 1830: Unificación Alemana y el Legado del Congreso de Viena
El Legado de la Restauración y las Oleadas Revolucionarias (1820-1871)
Las Revoluciones de 1820 y 1830
El triunfo de las revoluciones de 1820 en España y poco después en Portugal, Nápoles y el Piamonte abrió un corto periodo liberal que fue sofocado por las fuerzas absolutistas. En el caso de España y de los estados italianos se produjo la intervención directa de la Santa Alianza. La represión fue muy dura. Muchos liberales fueron detenidos o ejecutados, y otros marcharon al exilio.
La revolución se inició en Francia en 1830 y significó el derrocamiento de los Borbones y la implantación de una monarquía constitucional con Luis Felipe de Orleans. Este movimiento tuvo varias consecuencias clave:
- La independencia de Bélgica, alterando por primera vez el mapa establecido en 1815.
- En Polonia, un movimiento de independencia política y nacional fue aplastado por el ejército ruso.
La Unificación de Alemania
Las ideas de los filósofos Herder y Fichte fueron reforzadas por el Romanticismo. El primer paso hacia la unificación fue la creación del Zollverein o unión aduanera, que estableció un mercado de libre circulación comercial formado por 26 millones de personas.
Durante 1848, los sectores liberales y democráticos consiguieron formar un parlamento en Fráncfort con representantes de los distintos estados, elegidos por sufragio universal, que ofreció la corona de la posible Alemania unificada al rey de Prusia, Federico Guillermo IV. Sin embargo, la monarquía prusiana rechazó la oferta y cualquier vía democrática hacia la unificación, e impuso la estrategia del canciller Otto von Bismarck. Prusia dirigió la unificación a partir de su supremacía económica y militar. La victoria militar culminó con la proclamación del Segundo Reich y de Guillermo I como emperador.
El Congreso de Viena y la Restauración
El Congreso de Viena se celebró bajo el patrocinio del canciller austriaco Metternich, el gran inspirador de los principios de la Restauración. El objetivo era volver a la situación anterior a la Revolución Francesa y acabar con los principios de la soberanía nacional y del constitucionalismo.
El retorno al absolutismo se fundamentó en el rechazo de la revolución y en el Legitimismo. A pesar de esto, Luis XVIII promulgó una Carta Otorgada que reconocía algunos derechos políticos.
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