El Rey y el Senado en la Antigua Roma: Poder y Autoridad
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El Rey: Símbolo de Poder Sagrado
El término latino para rey, rex, proviene de la palabra regere, que significa "regir o gobernar". Aunque la información sobre la Monarquía romana se mezcla con la leyenda, sabemos que el rey poseía un carácter especial, no por su origen (el cargo no era hereditario, aunque sí vitalicio), sino por la autoridad sagrada que representaba. Vestía un manto púrpura, cetro de marfil y corona de oro, y era precedido por doce lictores con fasces, varas entrelazadas con una hoja de hacha, símbolo de su poder.
Funciones Religiosas y Civiles
El rey consultaba la voluntad de los dioses (auspicia publica) y ofrecía sacrificios. Con el tiempo, delegó parte de sus tareas religiosas a colegios sacerdotales, como el collegium pontificium, presidido por el Pontifex maximus.
Además de sus funciones religiosas, el monarca tenía atribuciones civiles, como convocar la asamblea del pueblo (comitia curiata), distribuida en curias, sumando treinta en total, diez por cada una de las tres tribus primitivas de Roma (ramnes, ticios y lúceres).
La Asamblea del Pueblo y el Ejército
La asamblea del pueblo tenía poderes limitados, podía aceptar o rechazar asuntos, pero no proponer leyes. Cada curia proporcionaba cien infantes (centuria) y diez caballeros (decuria), formando un ejército de unos 3000 soldados y 300 jinetes, bajo el mando del rey.
El Senado: Consejo de Sabios
El rey contaba con la ayuda del Senado, un consejo de cien notables, jefes de las familias patricias (término derivado del latín senex, anciano). El Senado se encargaba de vigilar el cumplimiento de las costumbres ancestrales (mos maiorum) y su fundación se atribuía al propio Rómulo.