El Rol del Psicólogo en América Latina: Políticas Sociales y Bienestar
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Políticas sociales y Estados benefactores. El rol del psicólogo Latinoamericano en las últimas décadas del siglo XX.
Nico Poulantzas plantea la existencia de un conflicto entre las clases dominantes y las dominadas, fundando su perspectiva desde el Marxismo dialéctico. En este enfoque, la pugna de clases sociales no se limita a la Burguesía y el Proletariado, sino que estas relaciones de desigualdad están influenciadas por la Burocratización de las funciones públicas estatales. Es decir, la clase media que ha ingresado a la función pública ha adoptado una postura excesivamente clientelista.
El efecto emergente es una falsa consciencia social del lugar que se ocupa en los estratos sociales, incidiendo en una aproximación mayor hacia las clases hegemónicas burguesas y un alejamiento hacia las clases bajas. Considerando la existencia de una clase media, esta está siendo funcional a las lógicas del estado burgués que, en palabras de Gaetano, respondieron a la concepción del patrimonialismo clientelista. Esta acepción alude a un ejercicio de la función pública absolutamente dirigida a beneficiar a una sola clase social.
Yamamoto plantea que Latinoamérica ha sufrido grandes tensiones en relación a la consolidación de prácticas sociales en beneficio de clases sociales desfavorecidas. Su planteamiento histórico surge a partir de la década del 60, donde el ejercicio de la psicología estaba vinculado a una práctica autónoma liberal, la cual abarcaba solo a un porcentaje de la población. Evidentemente esta práctica era de tenor clínico, a lo que él se pregunta si la restante población no necesitaba de intervenciones psicológicas a nivel colectivo. Cabe enmarcar este contexto social en una transición económica política que transformó los medios masivos de producción generando mayores grados de pauperismo en Latinoamérica.
El surgimiento de movimientos sociales a nivel gremial y sindical, al igual que organizaciones nacionales no gubernamentales (ONG), demandó y exigió la participación eficiente de los psicólogos, educadores y asistentes sociales en la transición por disminuir las cuotas de desigualdad. La psicología se separa de la práctica clínica para formar parte de una psicología cognitiva a fin de una transición social.
Siguiendo la misma línea, Spink menciona que el bienestar social que persiguen los Estados democráticos depende de mayores y mejores repartos de lo que es la acumulación económica. Es decir, tratar de descentralizar en mayores grados los ingresos económicos del Estado (PBI) para la construcción y redistribución de políticas sociales. Estas políticas sociales van a estar direccionadas a aumentar mayores grados de calidad educativa y de salud.
Volviendo a Yamamoto, es necesario plantear la participación política de la psicología en la génesis de las políticas sociales, ya que la intervención de los profesionales va arraigada a la disolución de la desigualdad e inequidad.
Psicología y Política
La psicología tiene una connotación política debido a que nuclea el rol profesional con la cuestión social. Es decir, para disminuir la desigualdad y pretender una transición hacia mayores estados de bienestar social, es imprescindible focalizar la atención en la mejoría en los ámbitos educativos y de salud, aumentando los márgenes de aplicabilidad de políticas sociales de forma eficiente y eficaz.
El psicólogo es un ser político, comprometido con su historia, con su contexto, con una serie de características demográficas y culturales que son parte del dominio de su profesión y que exige que sean puestas en práctica para posibilitar alcances mayores. La psicología es política porque es un deber ciudadano, es la consolidación de la participación política que nace de las instituciones educativas y se expande a toda la sociedad.
El sufrimiento de la humanidad no es una mera cuestión psicodinámica sino que es parte de características culturales, económicas y sociales. La idea es entender que el psicólogo tiene un rol protagónico en la construcción de políticas públicas y políticas sociales y que éste debe tener mayores grados de consciencia y empatía para poder consolidar una identidad colectiva oponiéndose a la perspectiva individual restrictiva.