La Romanización: Transformación Cultural y Legado en la Península Ibérica
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La Romanización: Asimilación Cultural en la Península Ibérica
Por romanización se entiende la asimilación de la cultura y formas de vida romanas por parte de los pueblos indígenas conquistados, proceso que se inició con la conquista romana en el siglo III a.C. y se extendió hasta el siglo V d.C. Este fue un proceso de transformación gradual de todos los habitantes de los pueblos peninsulares en ciudadanos del Imperio Romano, quienes fueron adoptando las costumbres, la organización política (provincias), jurídica (Derecho Romano) y social romanas, así como su lengua, el latín, y la religión, primero los dioses paganos y luego el cristianismo.
Mecanismos de la Romanización
El proceso de romanización se llevó a cabo en todos los rincones del Imperio a través de los mismos cauces:
- La extensión de la vida urbana romana: Los romanos fundaron numerosas ciudades en la Península, algunas originadas en campamentos militares (como León) y otras como colonias pobladas por veteranos del ejército (como Mérida). La sociedad romana se caracterizaba por controlar el espacio rural desde la ciudad, centro político, administrativo, religioso y económico del territorio, y por tanto, uno de los principales difusores del modo de vida romano.
- El papel del ejército romano: Muchos indígenas se alistaban en el ejército, lo que constituía una vía de promoción social. Posteriormente, ya romanizados, contribuían a la romanización de su propia tribu.
- La concesión de la ciudadanía romana: Otorgar la ciudadanía romana a los indígenas era otro modo de promoción social, pues los ciudadanos romanos gozaban de derechos jurídicos y políticos. La sociedad romana se dividía en libres y esclavos, pero entre los libres, la ciudadanía romana proporcionaba importantes diferencias.
- Otros elementos culturales unificadores: La difusión del latín, que terminó por desplazar a la mayoría de las lenguas que se hablaban en tierras hispanas; el Derecho Romano, que sigue siendo la base de muchas leyes actuales e introdujo el concepto de Estado, la organización del territorio en provincias y las leyes del imperio; y la religión, primero politeísta y posteriormente el cristianismo, que se difundieron por todo el imperio y también por Hispania.